miércoles, 1 de septiembre de 2010

La Doctrina del Islam Shî‘ah: El Universo desde la óptica islámica





Autor: Aiatul·lâh Ÿa‘far Subhânî 

Traducción: Huÿÿatulislam Feisal Morhell


El universo -o sea todo lo existente fuera de Dios- es creación de Dios, Glorificado Sea, y la realidad de este mundo se caracteriza por la “dependencia” y la vinculación a Dios, Glorificado Sea, por lo que las cosas existentes no dejan de estar necesitadas de Él ni un instante.
Cuando decimos que “el mundo es creación de Dios” queremos significar que fue creado por Su voluntad y disposición, y que su relación con Dios no es como la existente entre padre e hijo, por lo que la relación entre el universo y Dios no es la basada en el engendramiento. Dice el Altísimo:
﴿ لَمْ يَلِدْ وَلَمْ يُولَدْ
«No engendró ni fue engendrado».[1]

El orden actual del universo no es permanente, ni eterno, sino que se desmoronará y desvanecerá después de un tiempo cuya delimitación solo Dios conoce, y luego de ello se establecerá otro orden que es el del mundo del más allá, y ello se denomina ma‘âd (el Retorno). Dice el Altísimo:
﴿ يَوْمَ تُبَدَّلُ الأَرْضُ غَيْرَ الأَرْضِ وَالسَّمَاوَاتُ وَبَرَزُوا لِلَّهِ الْوَاحِدِ الْقَهَّارِ
«El día en que la Tierra sea cambiada por otra tierra, así como los cielos, y comparezcan ante Dios, el Único, el Subyugador».[2]

Esta realidad se indica en la aleya que dice;
﴿ إِنَّا لِلّهِ وإِنّآ إِلَيْهِ رَاجِعُونَ
«Por cierto que somos de Dios, y que a Él retornamos».[3]

El orden actual de la existencia está basado en el principio de “causa y efecto” el cual rige sobre la totalidad de sus fenómenos y partes.
La influencia de todo fenómeno sobre otro depende de la anuencia y disposición divina, la cual ha dispuesto que generalmente la dispensación de Sus gracias se concrete a través del régimen de causalidad y de causas y efectos.
Es evidente que la creencia de que “los fenómenos del universo se influencian mutuamente”, no necesariamente implica aceptar que éstos hayan sido creados, pero lo que queremos significar con ello es que esas causas y efectos disponen -con la anuencia de Dios- el terreno para la materialización de otros fenómenos, y que cualquier tipo de efecto es un exponente de la disposición y la absoluta Voluntad Divina.
El Sagrado Corán ha señalado los dos asuntos mencionados, o sea que los fenómenos naturales están sometidos a la regla de “causa y efecto”, y asimismo que el efecto de cada causa en el universo depende de la absoluta Anuencia Divina.
En relación con lo primero nos contentamos con mencionar la aleya siguiente:
﴿ وَأَنْزَلَ مِنَ الْسَّمَآءِ مَاءً فَاَخْرَجَ بِهِ مِنَ الثَّـمَرَاتِ رِزْقاً لَكُمْ
«Y hace descender agua del cielo mediante la cual hace brotar los frutos para vuestro sustento».[4]

En relación a lo segundo, nos contentamos con la aleya siguiente:
﴿ وَالْبَلَدُ الطَّيِّبُ يَخْرُجُ  نَبَاتُهُ بإِذْنِ رَبِّهِ
«En la fértil comarca brota la vegetación con la anuencia de su Señor».[5]

La existencia no es sinónimo de la existencia material, ya que no se circunscribe a los límites de la materia, sino que abarca mucho más que ésta, y es lo que está más allá de la misma a lo que el Sagrado Corán denomina “el mundo de lo oculto” en oposición al “mundo de lo presenciable”.
Así como los fenómenos materiales se influencian entre sí con la anuencia de Dios, Glorificado Sea, asimismo las entidades ocultas influyen sobre el mundo de la naturaleza mediante la Anuencia Divina. En otras palabras, constituyen el medio para las dádivas divinas.
Respecto a la influencia que los ángeles de Dios tienen sobre los fenómenos del mundo material, el Sagrado Corán se expresa de la siguiente manera:
﴿ فَالْمُدَبِّرَاتِ أَمْراً
«Por las administradoras de los asuntos».[6]

﴿ وَهُوَ الْقَاهِرُ فَوْقَ عِبَادِهِ وَيُرْسِلُ عَلَيْكُمْ حَفَظَةً
«Él es el que subyuga a Sus siervos, y os envía custodios... ».[7]

De estas claras aleyas deducimos que: el mundo de la creación en sus dos partes, o sea la material y la metafísica, junto al régimen de causalidad que le rige, está en su totalidad establecido por la Voluntad de Dios, Glorificado Sea, y vinculado a Él, sin que hubiere excepción alguna.


El cosmos es una realidad sometida a una guía en particular, y la totalidad de los átomos del universo -cada uno en su nivel- goza de la luz de la guía según su medida.
Asimismo, las etapas de esa guía general y global se conforman de la guía natural, la instintiva y la existencial.
El Sagrado Corán ha mencionado esta guía existencial y general en muchas aleyas, una de las cuales es la siguiente:
﴿ قَالَ رَبُّنَا الَّذِي أَعْطَى كُلَّ شَيْءٍ خَلْقَهُ ثُمَّ هَدَى
«Nuestro Señor fue quien otorgó a cada cosa su creación; luego la encaminó».[8]

El presente orden de la creación es el mejor y más completo, y la estructura de la existencia fue dispuesta en base a la mejor configuración posible, de manera que no se puede concebir algo mejor que la forma en que está. Dice el Sagrado Corán:
﴿ الَّذِي أَحْسَنَ كُلَّ شَيْءٍ خَلَقَهُ
«Quien creó toda cosa excelentemente».[9]

Y ello es consolidado por el indicio lógico, ya que la acción de cualquier sujeto se corresponde -en lo que se refiere a la perfección y al defecto- con el mismo sujeto en relación a los atributos y la perfección. Por ello, si el sujeto está exento de cualquier defecto en lo que hace a los atributos existenciales, asimismo será su acción, o sea libre de cualquier tipo de defecto o falta. Desde que Dios, Glorificado Sea, es calificado por medio de todos los atributos existenciales de perfección en su forma más completa, entonces su acción será -naturalmente- la mejor y más perfecta.
Esto, agregado al hecho de que Dios es Sapientísimo, implica que mientras fuera factible la creación del mejor mundo concebible, Él no crearía más que ese.
Es digno de mencionar que la maldad existente en el mundo material, no se contradice con “el mejor orden de la existencia”. La explicación de este tema la relegamos hasta que discutamos el tema de “la Unicidad Divina en la condición de Creador”.


Desde que el mundo es creación y acción de Dios, Quien constituye la Verdad Absoluta, entonces lo que ha producido conforma asimismo “la verdad” y se distingue por la sapiencia, por lo que no queda lugar aquí para la acción vana y sin objetivo.
El Sagrado Corán ha señalado este tema en muchas aleyas, una de las cuales es la siguiente:
﴿ مَا خَلَقْنَا السَّمَاوَاتِ وَالأَرْضَ وَمَا بَيْنَهُمَآ إلاَّ بِالْحَقِّ
«Y no creamos los cielos y la tierra sino en base a la verdad».[10]

A pesar de ello, el objetivo de este mundo y del ser humano solo se materializará en el día del juicio final, como lo dice el Imam Amîr Al-Mu'minîn ‘Alî (P):
“En verdad que el objetivo es el día de la Resurrección”.[11]



[1] Al-Ijlâs; 112: 3.
[2] Ibrâhîm;14: 48.
[3] Al-Baqarah; 2: 156.
[4] Al-Baqarah; 2: 22.
[5] Al-A'raf; 7: 58. Para mayor información a este respecto referirse a los libros de exégesis coránica (tafsîr) y de teología islámica (kalâm), entre los que están: Tafsîr Al-Mîzân de Seîîed Tabâtabâî, t.1, p.74, ed. Beirut; e Ilâhîîât de Ÿa‘far Subhânî, t.2, p.54.
[6] An-Nazi‘ât; 79: 5.
[7] Al-An‘âm; 6: 61.
[8]Tâ-Hâ; 20: 50.
[9] As-Saÿdah; 32: 7.
[10] Al-Ahqâf; 46: 3.
[11] Nahÿ Al-Balâgah, disertación Nº 195 (Ed. en español).

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