miércoles, 1 de septiembre de 2010

COMPORTAMIENTO DEL PROFETA (S.A.W.) CON LOS NIÑOS Y JÓVENES : Época en que los jóvenes tienden a la religión


Autor : Muhammad ‘Alî Chenârânî
Traducido del persa por : Sumeia Younes


Si es que el joven creyente lee el Corán, el Corán se entremezcla con su carne y su sangre, dejando efecto en todos los miembros de su cuerpo.”

- Del Imam Ÿa‘far As-Sâdiq (a.s.) -

La tendencia hacia el credo y la religión constituye una de las propensiones innatas de la humanidad, que, al igual que el resto de las inclinaciones naturales, surge en el interior de los jóvenes al llegar la pubertad, y en consecuencia, los impulsa a actuar y a esforzarse.
Los jóvenes en forma natural sienten una gran afición y ansia por comprender y entender los asuntos religiosos, y es por eso mismo que aceptan las palabras de la religión con entusiasmo, interés y con los brazos abiertos. Eso es lo que piensan muchos de los grandes hombres y psicólogos especializados en asuntos de la educación.
Dice John B. Cyzyl: “Según experimentos realizados, en general, la fuerza de la fe en la religión se manifiesta desde los doce años”.[1]
Según sostiene la mayoría de los sabios especialistas, alrededor de los doce años, esto es, al comienzo del período de la adolescencia, en forma natural se manifiesta en los hijos de la humanidad otra inclinación, que es esa misma afición e interés por la religión. Esta propensión se desarrolla junto al resto de las inclinaciones y tendencias naturales de los jóvenes y se incrementa continuamente, hasta que alcanza su clímax a la edad de los dieciséis años[2], y como resultado los jóvenes sufren por las actitudes improcedentes y por el mal carácter de los demás, se lamentan por la contaminación moral y la desviación de los otros, y siempre desean expandir las virtudes morales a lo largo y ancho del orbe, esforzándose porque toda la gente del mundo dé pasos por el camino de la rectitud y de los valores reales.

Los efectos de las enseñanzas religiosas en los jóvenes

            La enseñanza de los programas religiosos y la formación de los atributos de fe y morales producen dos grandes efectos en los jóvenes:
1.    Los sentimientos religiosos de los jóvenes, los cuales conforman una de sus inclinaciones innatas, son satisfechos por medio de ello.
2.    El poder de la fe y la religión controla el resto de las propensiones naturales e instintivas de los jóvenes e impide su desenfreno y rebeldía, y en consecuencia, los salva y protege de la desgracia, de las caídas y de la adversidad.
Un punto digno de mencionar es que, es sobre la base del sistema de la oferta y la demanda que el Islam ha organizado los programas relativos a la formación, la fe y la moral, los cuales se consideran entre los pilares y bases más fundamentales de la educación en la generación joven, y armonizan con sus deseos innatos.
De esta forma, cuando surge la demanda de religión en los jóvenes, los hace afectos al aprendizaje de las normas y asuntos religiosos, y los líderes, sin desaprovechar la oportunidad, les ofrecen los constructivos programas religiosos, asignándoles a los jóvenes el deber de aprender el Corán, los preceptos religiosos, los métodos de servidumbre a Dios, y cómo evitar los delitos y realizar buenas obras.
Dijo el Imam As-Sâdiq (a.s.): “Si es que el joven creyente lee el Corán, el Corán se entremezcla con su carne y su sangre, dejando efecto en todos los miembros de su cuerpo”.[3]
En otro hadîz dijo: “El niño juega hasta los siete años, aprende a escribir durante (los siguientes) siete años, y durante (otros) siete años aprende lo permitido y prohibido de la religión”.[4]
 Dijo el Imam Al-Bâqir (a.s.): “Si veo a un joven de entre los shias que no aprende los asuntos y normas de la religión y contraviene esta responsabilidad, ¡lo castigaré!”.[5]
Por lo tanto, los jóvenes que deseen formarse con valiosos atributos morales y humanos, obtener la personalidad espiritual más luminosa, salir siempre victoriosos por sobre la concupiscencia tanto en los estados normales como en los críticos, y pasar toda una vida con castidad y rectitud, desde el comienzo de su juventud deben prestar atención a la religión y a las creencias doctrinales, y mediante la aplicación de programas prácticos y siguiendo los preceptos de la religión, fortalecer su pacto espiritual con Dios, y encontrarse en cualquier estado recordando a su Señor.

El resultado de hacer caso omiso a los sentimientos religiosos de los jóvenes

         Desestimar e ignorar la sensibilidad de los adolescentes y jóvenes, es contrario a las leyes de la fitrah (naturaleza innata) y de la tradición de la creación, y transgredir los preceptos y estipulaciones de la creación no quedará impune, puesto que el resultado de estas transgresiones e insubordinaciones, será la obstinación y el descontrol en incremento de los jóvenes de todo el mundo. Según lo que revelan precisas estadísticas, cada día aumentan las infracciones y crímenes cometidos por jóvenes en el mundo occidental y en los países en los que se encuentran alejados de la religión y de las creencias religiosas. Esta procura de trasgresión, robo e infracción de la ley, el menosprecio por los estudios y la búsqueda de conocimiento, la drogadicción, la impudicia y los diferentes tipos de comportamientos improcedentes, son el resultado de una formación sin fe y de contravenir la ley de la creación, puesto que el pecado y la impureza son efecto de la irreligiosidad que ha tornado desagradable la vida para los jóvenes y sus tutores, disponiendo a la sociedad en un escabroso atolladero.
            Es por ello que hoy en los países desarrollados el tema de los jóvenes se dispone en la fila de los más grandes problemas sociales y ha ocupado las mentes de sabios y pensadores. Leamos seguidamente ejemplos de esta búsqueda de soluciones:
            El Tercer Congreso de la Organización de las Naciones Unidas para la prevención del crimen y la manera de contener a los criminales, que contó con la participación de miles de jueces, sociólogos y policías en Estocolmo, dio término a sus actividades tras una semana. En este Congreso se solicitó a todos los países del mundo que se movilicen en contra de los crímenes de los jóvenes y tomen las medidas necesarias para impedir estos crímenes, ya que el mundo no soporta más los delitos de estos jóvenes.[6]
            El Comité de Prevención de Crímenes contra los Niños dependiente del Consejo Nacional de Prevención de Crímenes contra los Niños en Canadá, escribió lo siguiente en su informe del año 1991[7]:
            En el año 1991 vivían en la pobreza un millón doscientos mil niños de los cuales quinientos mil tenían siete años, observándose la mayor delincuencia en este mismo grupo. La causa de los delitos cometidos por estos niños era la desatención de los padres y el papel de los programas y películas violentos de la televisión.
En los niños que crecieron en familias muy violentas existe siete veces la posibilidad de suicidio que en otras familias; este grupo se vio expuesto 24 veces más que los niños de su misma edad a violaciones, y se observa que el 76% de los niños delincuentes en EE.UU. surgieron de estas mismas familias.
La causa del asesinato del 63% de los padres asesinados por sus hijos de entre 11 y 20 años fue que ¡estos niños habían visto a sus padres golpeando a sus madres!
El Consejo de Consulta Nacional del Status de la Mujer en Canadá, escribió lo siguiente en el informe del año 1993[8]:
            En Canadá cada 17 minutos es violada una mujer y el 25% de las canadienses seguramente fueron violadas a lo largo de su vida. El 50% de los hombres que violan a las mujeres, son, por así decirlo, “de familia” y “personas respetables” de la sociedad canadiense, y el 49% de estas violaciones son llevadas a cabo en pleno día. La edad del 80% de las mujeres víctimas de violaciones oscila entre los 14 y 24 años.
            En el año 1993, el 26,8% de las estudiantes fueron violadas en las universidades y facultades de Canadá por varones estudiantes, y el 13,6% de las relaciones sexuales no deseadas entre ellos tuvieron lugar en estado de embriaguez.
            De cada tres mujeres, una, y de cada seis hombres, uno de ellos, en edades hasta los 18 años, fue víctima de abuso sexual, y el 98% de los perpetradores de estos crímenes ¡son jóvenes!
            El 80% de los abusos sexuales a menores de diez años, tanto niños como niñas, ocurre en el propio hogar; por ello mismo, las relaciones sexuales entre padres e hijas va en aumento.
            Un punto digno de atención es que el 80% de los delincuentes que están en las cárceles son jóvenes que confesaron que en su niñez fueron objeto de abuso sexual por parte de sus propios padres o por otros hombres.
            Lo que has leído en este ensayo es un ejemplo de los miles de temas que se escriben al respecto en los periódicos, libros y revistas, y a esto se deben añadir las abundantes enfermedades sicológicas que afligen a los seres humanos y que hoy se consideran uno de los problemas más fundamentales, puesto que la receta para la cura de todas las enfermedades espirituales solo son la religión y los preceptos del Islam, pero la mayoría de ellos están privados de esta cura.

El Profeta (s.a.w.) y la generación joven

            El joven, de acuerdo a su naturaleza primigenia y la natural condición de su creación, la cual inspira su conciencia moral, ama y aprecia la verdad, la sacralidad, la pureza y la rectitud. De aquí que posea una sensibilidad especial por la rectitud y la bondad, se regocije y se complazca de ella, y continuamente esté pensando en la pureza y los valores divinos, esforzándose porque sus palabras y actos estén basados en la rectitud y los valores reales.
            El joven no solo se lamenta por la actitud incorrecta de los demás y sufre por los comportamientos inmorales de la gente, sino que en su interior siempre está pensando en obtener poder y fuerza, para por ese medio limpiar las impurezas y eliminar los vicios.
            Cuando el honorable Mensajero del Islam (s.a.w.) hizo manifiesta su prédica en la ciudad de La Meca y se le encomendó invitar en forma abierta a la gente a aceptar el Islam, los primeros que tendieron a él fue la generación joven. Un punto de gran importancia es que los integrantes de este grupo de hombres y mujeres jóvenes, se contaban entre los nobles de La Meca y de entre los ricos de las reconocidas familias de Qureish.
            Así es, los jóvenes fervorosos que perdieron la paciencia por la lamentable situación del atrasado pueblo árabe, y que estaban demasiado desilusionados por la adoración de ídolos de piedra y madera y por los hábitos corruptos y supersticiosos de la Época de la Ignorancia, cuando escucharon el clamor vivificante, apasionante y salvador de hombres del Noble Profeta del Islam (s.a.w.), aceptaron su convocatoria con todo su ser.
            Las valiosas palabras del Mensajero de Dios (s.a.w.) surtieron efecto en todos los estratos de la sociedad, pero los jóvenes demostraron mayor afición que los demás, puesto que sus palabras respondían a sus ideas y pensamientos recónditos y las consideraban su alimento espiritual. En Medina también, cuando Mus‘ab ibn ‘Umair, el representante especial del Profeta (s.a.w.), llegó a dicha ciudad para enseñar el Corán y difundir los conocimientos religiosos y el Islam, los jóvenes aceptaron su invitación más que los adultos y demostraron mayor interés por aprender las normas de la religión. En Medina, Mus‘ab residió en la casa de As‘ad ibn Zurârah y durante el día se dirigía al sitio donde se reunían los clanes de Jazraÿ y los invitaba hacia la religión del Islam, y los adolescentes eran los que más aceptaban su convocatoria.[9]

La lucha de los jóvenes contra las ideas de la Época de la Ignorancia

         Tal como lo mencionamos anteriormente, las valiosas y preciadas palabras del Líder del Islam ocasionaron una transformación intensa y profunda en los jóvenes, de manera que en todo tiempo y lugar defendían su religión, creencias y pensamientos religiosos, oponiendo resistencia frente a las ideas de la ignorancia pre-islámica.
         Sa‘d ibn Mâlik fue uno de los jóvenes entusiastas de los comienzos del Islam que se hizo musulmán a la edad de diecisiete años, y bajo las difíciles condiciones anteriores a la Emigración, en todas partes, junto al resto de los jóvenes, manifestaba tanto el grado de su fidelidad hacia la sagrada religión del Islam como su oposición a las ideas de la Época de la Ignorancia. Esto ocasionó que los idólatras procedieran a fastidiarle y abrumarle. Al mismo tiempo, para estar a salvo de ellos, los jóvenes llevaban a cabo sus oraciones durante el día en las grietas de las montañas de La Meca a fin de que los incrédulos de Qureish no los vieran.
            Cierto día un grupo de idólatras observaron a los jóvenes ocupados en la adoración, y comenzaron a mofarse de ellos y a agraviar sus creencias. Sa‘d ibn Mâlik, irritado por las palabras de los incrédulos, le quebró la cabeza a uno de los idólatras con un hueso de mandíbula de un camello, por lo que corrió sangre de la cabeza de esa persona. Ésa fue la primera sangre derramada en defensa del Islam.
         Sa‘d dijo: “Yo quería demasiado a mi madre y era muy bondadoso con ella. Cuando acepté el Islam mi madre se enteró y un día me dijo: “¡Hijo mío! ¿Qué religión es esa que aceptaste? ¡Debes abandonarla y permanecer idólatra, o yo me abstendré de comer y beber hasta morir!”, y se dedicó a reprocharme”.
            Sa‘d, que quería en demasía a su madre, le dijo educada y benevolentemente: “¡No abandonaré mi religión y te pido que no te abstengas de comer y beber!”. Pero su madre hizo caso omiso a sus palabras y durante un día entero no comió nada. Su madre imaginaba que Sa‘d abandonaría su religión, pero Sa‘d, a pesar de todo el amor que sentía por su madre, le dijo: “¡Juro por Dios! ¡Que aunque tuvieras mil vidas y una a una salieran de tu cuerpo, no abandonaré mi religión!”. Cuando su madre vio que él había aceptado su religión con todo su ser, comió.[10]
Así es, Sa‘d luchó contra las ideas de la Época de la Ignorancia y otros jóvenes lo acompañaron y rompieron los ídolos, destruyeron los templos idólatras y erradicaron la opresión y la injusticia, edificando una nueva sociedad sobre la base de la fe, el conocimiento, la piedad y los valores morales, y haciendo llegar al más atrasado de los pueblos a los más elevados y enaltecidos niveles de perfección y de valores espirituales.


[1] Shâdkâmî, p. 41.
[2] Guftâr-e Falsafî, Cap.: “El Joven”, t. 1, p. 375.
[3] Wasâ’il ash-Shî‘ah, t. 2, p. 140.
[4] Al-Kâfî, t. 6, p. 47.
[5] Safînat al-Bihâr, t. 1, p. 680, vocablo Shababa.
[6] Periódico “Ettelâ‘ât”, nº 11765.
[7] National Crime Prevention Comittee (Canada), Annual Report, 1991.
[8] National Advisory Council on Status of Women, 1993 Annual Report.
[9] A‘lâm al-Warâ, p. 68.
[10] Usud al-Gâbah, t. 2, p. 290.



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