miércoles, 1 de septiembre de 2010

La Doctrina del Islam Shî‘ah: El ser humano desde la óptica del Islam



Autor: Aiatul·lâh Ÿa‘far Subhânî 



Traducción: Huÿÿatulislam Feisal Morhell



El ser humano es una entidad compuesta de espíritu y cuerpo. Después de la muerte su cuerpo se deshace y sus miembros se desmenuzan, solo que su espíritu continúa con vida y la muerte del ser humano no implica su exterminio. Es así que continúa con una vida espiritual transitoria (barzajî) hasta la constitución del día de la Resurrección. El Sagrado Corán, al explicar las fases de la creación y conformación del ser humano, ha hecho referencia a la última de esas etapas, que es la que se concretará infundiendo el espíritu en su cuerpo, ya que dice:
﴿ ثُمَّ أَنشَأْنَاهُ خَلْقاً آخَرَ
«Luego le suscitamos en otra creación».[1]

Así también el Corán hace referencia a la vida barzajî del ser humano en muchas aleyas, entre ellas:
﴿ وَمِن وَرَآئِهِم بَرْزَخٌ إِلَى يَوْمِ يُبْعَثُونَ
«Y tras ellos hay una barrera (barzaj), hasta el día en que sean resucitados».[2]



Todo ser humano nace con una naturaleza pura y monoteísta, de forma que, si permanece alejado de la influencia de los factores externos (como la educación, la amistad y la inculcación) que provocan la desviación en la creencia, marchará por el sendero de la verdad.
Entonces no es que haya personas innatamente malvadas, sino que las maldades y las cuestiones execrables son asuntos incorporados y eventuales que se originan a causa de factores externos y voluntarios.
Por eso, la idea del “pecado original” en los hijos de Adán (P), que es planteada por los cristianos contemporáneos no tiene fundamento, ni es correcta.
Dice el Sagrado Corán a este respecto:
﴿ فَأَقِمْ وَجْهَكَ لِلدِّينِ حَنِيفاً فِطْرَتَ اللَّهِ الَّتِي فَطَرَ النَّاسَ عَلَيْهَا
«Y dispón tu rostro hacia la religión como monoteísta, es la naturaleza de Dios sobre la cual creó a la gente».[3]



El ser humano es una criatura con libre albedrío y autónoma. O sea que después que él estudia los diferentes aspectos de un tema en particular a la luz del intelecto, elige realizar una acción o dejar de hacerla, sin que esté compelido a ello.
Dice el Sagrado Corán:
﴿ إِنَّا هَدَيْنَاهُ السَّبِيلَ إِمَّا شَاكِراً وَإِمَّا كَفُوراً
«Nosotros le guiamos hacia el sendero, y ya bien es agradecido o bien es ingrato».[4]

También dice:
﴿ وَقُلِ الْحَقُّ مِن رَبِّكُمْ فَمَن شَآءَ فَلْيُؤْمِن وَمَن شَآءَ فَلْيَكْفُرْ
«Y di: “La verdad dimana de vuestro Señor; así pues quien quiera que crea y quien quiera que no crea…”».[5]



Desde que el ser humano goza de una sana esencia y de una capacidad que le permite conocer el bien y el mal, y puesto que es una criatura que goza de libre albedrío y no está compelida, por todo eso, es un ser susceptible de recibir instrucción y educación, y capaz de marchar por el sendero de la rectitud y el perfeccionamiento, estando abierta para él la puerta del retorno a Dios, a menos que su arrepentimiento a Dios se produzca en el momento en que sienta que le llega la muerte, en el cual no se acepta el arrepentimiento, ni le favorece en nada el retorno hacia Dios.
Es por eso que la prédica de los profetas se dirige a toda la humanidad, hasta a aquéllos como el Faraón, como lo expresa el Altísimo:
﴿ فَقُلْ هَل لَّكَ إِلَى أَن تَزَكَّى * وَأَهْدِيَكَ إِلَى رَبِّكَ فَتَخْشَى
«Y di: “¿Acaso quieres purificarte * y que te guíe hacia tu Señor y tengas temor (de Él)?”».[6]

En base a esto, el ser humano no debe desesperanzarse de la misericordia y perdón divinos, como lo expresa el Altísimo:
﴿ لاَ تَقْنَطُوا مِن رَحْمَةِ اللَّهِ إِنَّ اللَّهَ يَغْفِرُ الذُّنُوبَ جَمِيعاً
«No os desesperéis de la misericordia de Dios. Ciertamente que Dios perdona todos los pecados».[7]


Artículo décimo séptimo: El ser humano es un ente responsable

El ser humano es un ente responsable desde que goza de la luz del intelecto y la gracia del libre albedrío: responsable frente a Dios, frente a los profetas, frente a los líderes divinos, frente a otros de entre el resto de los hijos de la humanidad, y frente al universo.
El Sagrado Corán en muchas aleyas ha indicado claramente esta responsabilidad que recae sobre el ser humano, diciendo:
﴿ وَأَوْفُوا بِالْعَهْدِ إِنَّ الْعَهْدَ كَانَ مَسْؤولاً
«Y cumplid el compromiso, que en verdad que se requerirá cuenta del compromiso».[8]

También dice:
﴿ أَيَحْسَبُ الإِنسَانُ أَن يُتْرَكَ سُدًى
«¿Acaso supone el ser humano que será dejado libre?».[9]

Y dice el Gran Mensajero Muhammad (BP):
“Todos vosotros sois pastores y todos vosotros sois responsables de vuestro objeto de pastoreo”.[10]



Un ser humano no es superior a otro excepto en lo que se refiere a las perfecciones espirituales que logra. La mejor de esas perfecciones que conforman el referente de preeminencia y superioridad es la piedad. Como dice el Sagrado Corán:
﴿ يَآ أَيُّهَا النَّاسُ إِنَّا خَلَقْنَاكُم مِن ذَكَرٍ وَاُنثَى وَجَعَلْنَاكُمْ شُعُوباً وَقَبَآئِلَ لِتَعَارَفُوا إِنَّ أَكْرَمَكُمْ عِندَ اللَّهِ أَتْقَاكُمْ
«¡Oh gente! Por cierto que os hemos creado de un varón y de una hembra, y os dispusimos en pueblos y tribus para que os reconozcáis. Ciertamente que el más noble entre vosotros ante Dios es el más piadoso».[11]

En base a esto, desde la óptica islámica las particularidades genéticas, geográficas y otras, no constituyen una causa de discriminación, ni justificativo para enorgullecerse, engreírse y considerarse superior a los demás.



Los principios morales que conforman -en realidad- los principios de identidad del ser humano y que tienen raíces en la fitrah o naturaleza primordial del ser humano, son principios inmutables y eternos que no cambian con el paso del tiempo y el acontecer de las alteraciones y evoluciones sociales.
Por ejemplo, la virtud de cumplir con los pactos y las promesas, o la virtud de retribuir la bondad con bondad, son cuestiones eternas y realidades inmutables y absolutas. Estos principios morales no cambiarán jamás. Asimismo es el juicio respecto a la vileza de traicionar y no cumplir con la promesa.
En base a esto, decimos que en la vida social de la humanidad existe una serie de principios y fundamentos que están amalgamados con la fitrah o naturaleza primordial y esencia de la humanidad, y que son inmutables y eternos.
El Sagrado Corán ha señalado algunos de estos principios y fundamentos lógicos morales y estables de la siguiente manera:
﴿ هَلْ جَزَآءُ الإِحْسَانِ إِلاَّ الإِحْسَانُ
«¿Acaso la retribución del bien, no es el bien mismo?».[12]

﴿ مَا عَلَى اَلْمُحْسِنِينَ مِن سَبِيلٍ
«No hay reproche para los bienhechores».[13]

﴿ فَإِنَّ اللَّهَ لاَ يُضِيعُ أَجْرَ الْمُحْسِنِينَ
«Por cierto que Dios no descuida la recompensa de los que hacen el bien».[14]

﴿ إِنَّ اللَّهَ يَأْمُرُ بِالْعَدْلِ وَالإِحْسَانِ وَإِيتَآءِ ذِي الْقُرْبَى وَيَنْهَى عَنِ الْفَحْشَآءِ وَالْمُنكَرِ وَالْبَغْيِ
«Por cierto que Dios prescribe la justicia, la benevolencia, la dadivosidad con los parientes, y prohibe la obscenidad, lo reprobable y la iniquidad».[15]



Las acciones y actitudes del ser humano además de traer aparejadas una recompensa o un castigo acorde a las mismas en el Día del Juicio Final, no están exentas de buenas o malas consecuencias en este mundo, puesto que existen fuerzas intelectivas y pensantes que en el Sagrado Corán fueron descriptas con el apelativo de Al-Mudabbirât (las administradoras).
﴿ فَالْمُدَبِّرَاتِ أَمْراً
«Por las administradoras de los asuntos».[16]

Estas fuerzas administran los asuntos del cosmos con la anuencia de Dios, y en relación a las acciones del ser humano, sean éstas buenas o malas, no adoptan una situación de simples espectadoras. En realidad, en relación a la acciones del ser humano, hay algunos fenómenos del mundo que surgen de esas “mudabbirât” y conforman una reacción al accionar de la persona. Esa es una realidad que fue puesta al descubierto por la Revelación Divina, y que también el ser humano ha inferido hasta un cierto grado mediante su conocimiento.
Hay muchas aleyas en el Sagrado Corán a este respecto, de las cuales mencionamos la siguiente a título de ejemplo:
﴿ وَلَوْ أَنَّ أَهْلَ الْقُرَى ءَامَنُوا وَاتَّقَوْا لَفَتَحْنَا عَلَيْهِمْ بَرَكَاتٍ مِنَ السَّمَآءِ وَ الاَرْضِ
«Y si la gente de las ciudades hubiera creído y temido (a Dios), en verdad que les hubiéramos abierto para ellos bendiciones del cielo y la tierra».[17]



El desarrollo o atraso de los pueblos surgen de causas y factores internos que la mayoría de las veces retornan a sus creencias y moral, y en consecuencia a su propio comportamiento, además de algunos factores externos.
Por supuesto, este principio no se contradice con el principio divino de la intervención de la Providencia Divina, puesto que este principio (o sea la influencia del comportamiento de los pueblos en su destino) es por sí mismo una manifestación de la Voluntad Divina general.
O sea que la Voluntad Divina general se ha materializado en el hecho de que los pueblos construyan su propio destino, como el hecho de que la sociedad que constituya sus relaciones sociales en base a la justicia logre una vida buena y estable, y que sea mala y desgraciada la situación de la comunidad que constituya sus relaciones sociales de un modo contrario.        
Este principio es lo que se llama, de acuerdo a los términos del Sagrado Corán, las tradiciones o prácticas divinas (as-sunan al-ilahîah), desde que dice:
﴿ فَلَمَّا جآءهم نَذِيرٌ مَّا زَادَهُمْ إِلاَّ نُفُوراً * اسْتِكْبَاراً فِي الأَرْضِ وَمَكْرَ السِّيئِ وَلاَ يَحِيقُ الْمَكْرُ السَّيِّئُ اِلاَّ بِاَهْلِهِ فَهَلْ يَنظُرُونَ إِلاَّ سُنَّتَ الأَوَّلِينَ فَلَن تَجِد لِسُنَّتِ اللَّهِ تَبْدِيلاً وَلَن تَجِدَ لِسُنَّتِ اللَّهِ تَحْوِيلاً
«Cuando les llegó un amonestador ello no les aumentó sino su animosidad * ensoberbeciéndose en la Tierra y tramando la maldad, pero el tramar la maldad no recae sino en sus propios autores. ¿Acaso ven algo fuera de la práctica de los primeros? No encontrarás alteración en la práctica de Dios. Y no encontrarás cambio en la práctica de Dios».[18]

Y dijo:
﴿ وَأَنْتُمُ اْلأَعْلَوْنَ إِن كُنْتُم مُؤْمِنِينَ * … وَتِلْكَ اْلأَيَّامُ نُدَاوِلُهَا بَيْنَ النَّاسِ
«…Vosotros seréis los elevados, si es que creéis *… y esos son los días que hacemos que se sucedan entre la gente».[19]


Artículo vigésimo segundo: Un claro futuro para la humanidad

El futuro de la humanidad es claro y no presenta ninguna duda. Es verdad que la vida humana está generalmente relacionada a diferentes clases de desproporción y caos, solo que esta situación no continuará para siempre, sino que la historia de la humanidad se mueve en dirección a un futuro esplendoroso en el que regirá la justicia y se establecerá una equidad general, y el gobierno sobre la tierra será de aquellos a los que el Sagrado Corán ha llamado “los justos”, al decir:
﴿ وَلَقَدْ كَتَبْنَا فِي الزَّبُورِ مِن بَعْدِ الذِّكْرِ أَنَّ الاَرْضَ يَرِثُهَا عِبَادِيَ الصَّالِحُونَ
«Hemos prescrito en los Salmos después del Recuerdo (la Torá) que la Tierra la heredarán Mis siervos justos».[20]

También dice:
﴿ وَعَدَ اللَّهُ الَّذِينَ ءَامَنُوا مِنكُمْ وَعَمِلُوا الصَّالِحَاتِ لَيَسْتَخْلِفَنَّهُمْ فِي الاَرْضِ كَمَا اسْتَخْلَفَ الَّذِينَ مِن قَبْلِهِمْ
«Y prometió Dios a quienes han creído y realizado buenas obras de entre vosotros que les hará sucesores en la Tierra así como lo hizo con quienes les precedieron».[21]

En base a esto, como desenlace de la continua pugna entre la verdad y la falsedad, la victoria final en el futuro de la historia será solamente de la verdad, aunque ello se dilate un tiempo y se prorrogue, como dice el Corán:
﴿ بَلْ نَقْذِفُ بِالْحَقِّ عَلَى الْبَاطِلِ فَيَدْمَغُهُ فإِذَا هُوَ زَاهِقٌ

«En cambio con la verdad rechazamos la falsedad a fin de que la desmorone, y he ahí que se disipa».[22]
Desde la óptica del Sagrado Corán, el ser humano goza de una nobleza especial, hasta un grado tal que los ángeles llegaron a prosternarse ante él; como dice el Altísimo:
﴿ وَلَقَدْ كَرَّمْنَا بَنِي آدَمَ وَحَمَلْنَاهُمْ فِي الْبَرِّ وَالْبَحْرِ وَرَزَقْنَاهُم مِنَ الطَّيِّبَاتِ وَفَضَّلْنَاهُمْ عَلَى كَثِيرٍ مِمَّنْ خَلَقْنَا تَفْضِيلاً
«Y ciertamente que ennoblecimos a los hijos de Adán, y les llevamos por la tierra y el mar, y les agraciamos de las bondades, y les preferimos marcadamente por sobre mucho de lo que creamos».[23]

Por el hecho de que la esencia de la vida humana se esconde en la preservación de la propia nobleza y grandeza, el Islam ha prohibido cualquier acción que vaya en perjuicio de esa merced divina. En otras palabras, cualquier forma de dominio sobre los demás, y asimismo cualquier aceptación del dominio de otro está prohibido de una manera categórica desde el punto de vista del Islam, por lo que necesariamente el ser humano debe vivir libre y con nobleza, lejos de cualquier forma de rebajamiento y humillación.
Dijo el Imam Amîr Al-Mu’minîn ‘Alî Ibn Abî Tâlib (P):
“No seas siervo de otro puesto que Dios te ha creado libre”.[24]

Como también dijo:
“Por cierto que Dios, Exaltado y Elevado Sea, le delegó al creyente toda cosa a excepción de la humillación de sí mismo”.[25]

Es bastante obvio que los gobiernos divinos legítimos no contradicen este principio, como aclararemos más adelante.



El intelecto humano goza de una situación especial en la visión y óptica del Islam, y eso porque lo que diferencia al ser humano del resto de las criaturas vivientes, e incluso lo dispone superior a ellas, es su intelecto y el alcance de su poder de raciocinio.
Es por eso que en muchas aleyas del Sagrado Corán el ser humano es exhortado a pensar y reflexionar, a meditar y razonar, hasta el punto que el desarrollo del poder intelectual y el razonar en los fenómenos de la creación fue considerado de entre las señales de los dotados de inteligencia. Dice el Altísimo en el Sagrado Corán:
﴿ الَّذِينَ يَذْكُرُونَ اللَّهَ قِيَاماً وَقُعُوداً وَعَلَى جُنُوبِهِمْ وَيَتَفَكَّرُونَ فِي خَلْقِ السَّماوَاتِ وَالأَرْضِ رَبَّنَا مَا خَلَقْتَ هذَا بَاطِلاً
«Aquéllos que recuerdan a Dios de pie, sentados o acostados. Y reflexionan en la creación de los cielos y la Tierra (y dicen): “¡Dios nuestro! No creaste esto en vano!”».[26]

Las aleyas relacionadas a la necesidad de meditar y reflexionar en los fenómenos de la creación son muchas más de lo que es posible enumerar en esta corta exposición.
En base a esta visión encontramos que el Sagrado Corán prohíbe a la gente la ciega imitación, y el seguir a los padres y abuelos de una manera irreflexiva.



En el Islam las libertades individuales están limitadas en los aspectos político-económicos, de forma que no contraríen el principio de desarrollo espiritual del ser humano, así como están limitadas de forma que no perjudiquen los intereses generales.
En realidad, la razón de las funciones, deberes y obligaciones religiosas en el Islam está contenida en el hecho de que el Islam, mediante estos deberes que le son impuestos al ser humano, quiere proteger su dignidad esencial, y al mismo tiempo garantizar la seguridad y la perduración de los intereses sociales.
La prohibición que el Islam hace de la práctica del politeísmo, y su tenaz prohibición del intercambio y consumo de embriagantes y otras cosas similares, es solamente para proteger la dignidad humana (individual y socialmente). Con esto también se hace patente el motivo de las reglamentaciones penales en el Islam.
Entonces, el Sagrado Corán considera la ley del talión como una garantización de la vida humana, ya que dice:
﴿ وَلَكُمْ فِي الْقِصَاصِ حَيَاةٌ يَآ اُوْلِي الأَلْبَابِ
«Y tenéis vida en el talión ¡oh gente que razona!».[27]

El gran Profeta Muhammad (BP) dice:
“Si el siervo comete una desobediencia, ésta no perjudica más que a su perpetrador, pero si la comete en forma abierta y no es enmendada, perjudica a todos”.

El Imam Ya‘far As-Sâdiq, luego de transmitir el hadîz, agrega:
“Eso es porque mediante su acción humilla a la religión de Dios, y lo imita la gente que es hostil a Dios”.[28]



Uno de los exponentes de libertad individual en el Islam lo conforma el hecho que una persona no sea obligada a aceptar y abrazar una religión. Dice el Altísimo:
﴿ لآ إِكْرَاهَ فِي الدِّينِ قَد تَبَيَّنَ الرُّشْدُ مِنَ الْغَيِّ
«No hay coerción en la religión. Ciertamente que la verdad se ha evidenciado del extravío».[29]

Eso es porque la religión adecuada según el Islam es la creencia y la fe de corazón, las cuales no se concretan en el corazón del ser humano mediante la violencia, la coerción, la coacción y la imposición, sino que surgen luego de concluir conocimientos preliminares, de los cuales el más importante es la elucidación de la verdad y la falsedad, y el discernimiento entre una y la otra.
Es cuando se produce un conocimiento como ese que el ser humano elige categóricamente la verdad en circunstancias naturales.
Es cierto que el Ÿihâd o lucha en el camino de Dios constituye uno de los preceptos y obligaciones muy importantes del Islam, pero el ÿihâd no significa en absoluto obligar a los demás a abrazar el Islam, sino que su propósito es quitar los impedimentos y obstáculos del camino de la prédica islámica y hacer llegar el Mensaje Divino a los oídos de la gente en el mundo de forma que la verdad se evidencie del extravío.
Naturalmente, si los dueños de riqueza y poder, partiendo de motivaciones materiales y diabólicas impiden que llegue el Mensaje Divino y guiador a los oídos y corazones de la gente, la filosofía de la Profecía (que es guiar y encauzar a la humanidad), requerirá que los combatientes islámicos se dispongan a quitar esas barreras y obstáculos de forma que se den las condiciones y circunstancias necesarias para hacer llegar la prédica de la verdad a los hijos de la humanidad.
De los temas anteriores -la visión del Islam sobre el cosmos, el ser humano y la vida- se hace evidente que también hay puntos y principios que deben ser analizados y que trataremos en su lugar correspondiente.


A partir de aquí procederemos a exponer la posición y opiniones del Islam en el ámbito de las creencias y las normas de la religión.



[1] Al-Mu’minûn; 23: 14.
[2] Al-Mu’minûn; 23: 100.
[3] Ar-Rum; 30: 30
[4] Al-Insân; 76: 3.
[5] Al-Kahf; 18: 29.
[6] An-Nâzi‘ât; 79: 18-19.
[7] Az-Zumar; 39: 53.
[8] Al-Isrâ’; 17: 34.
[9] Al-Qiâmah; 75: 36.
[10] Musnad Ahmad, t.2, p.54. Sahîh Al-Bujârî, t.3, p. 284, (Kitâb Al-Ÿum‘ah, capítulo 11, hadîz 2).
[11] Al-Huÿurât; 49: 13.
[12] Ar-Rahmân; 55: 60.
[13] At-Taubah; 9: 91.
[14] Iûsuf; 12: 90.
[15] An-Nahl; 16: 90.
[16] An-Nâzi‘ât; 79: 5.
[17] Al-A‘râf; 7: 96.
[18] tir; 35: 42-43.
[19] Aâl ‘Imrân; 3: 139-140.
[20] Al-Anbiîâ’; 21: 105.
[21] An-Nûr; 24: 55.
[22] Al-Anbiîâ’; 21: 18.
[23] Al-Isrâ’; 17: 70.
[24] Nahÿ Al-Balâgah, sección de cartas, carta Nº 38.
[25] Wasâ’il Ash-Shî‘ah, t.11, p.424 (Libro de “La encomendación del bien”, cap.12, hadîz 4).
[26] Aâl ‘Imrân; 3: 191.
[27] Al-Baqarah; 2: 179.
[28] Wasâ’il Ash-Shî‘ah, t.11, p.407 (Libro de “La encomendación del bien”).
[29] Al-Baqarah; 2: 256.

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