Serie de clases sobre Shiísmo impartidas por Sumeia Younes
(Las clases fueron grabadas, transcritas y luego editadas por la autora para poder disponer de ellas en forma de texto)
Clase 16
En el Nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordiosísimo
PARTICULARIDADES DOCTRINALES DE LA SHΑAH (3)
El Tawassol
“Tawassol” significa “procurar la mediación”, o
“procurar los medios espirituales”.
Algunos
consideran el hecho de procurar la mediación de otro fuera de Dios como
“politeísmo” (shirk). Sin embargo, sus palabras solo serán correctas si
es que la persona cree que esos medios y causas son entes independientes y
originales. Pero si creemos que esos factores tienen un tipo de influencia pero
con la anuencia de Dios, entonces eso no se contradice con el Tauhîd
o Monoteísmo.
﴿ يَآ أَيُّهَا الَّذِينَ ءَامَنُوا اتَّقُوا اللّهَ وَابْتَغُوا
إِلَيْهِ الْوَسِيلَةَ ﴾
«¡Oh creyentes! ¡Temed a Dios! ¡Y procurad el medio para llegar a Él!».[1]
Debemos tener en
cuenta que el “medio” no significa el “acercamiento a Dios”, sino que significa
“aquello que conlleva el acercamiento a Dios”.
Hay una serie de medios que fueron mencionados
tanto en el Sagrado Corán como en la Tradición del Profeta (s.a.w.), y procurar
la mediación a través de los mismos trae aparejada la respuesta a la súplica.
Mencionaremos algunos de ellos:
1. El Tawassol mediante los Nombres y más bellos atributos de Al·lâh,
que fueron mencionados en el Sagrado Corán y la Tradición. Dice el Corán:
﴿ وَلِلّهِ الاَسْمَآءُ الْحُسْنَى فَادْعُوهُ بِهَا ﴾
«A Dios pertenecen los más bellos Nombres. ¡Suplicadle, pues, mediante los mismos!».[2]
2. El Tawassol a través de la súplica
de los siervos correctos de Dios, los mejores de los cuales son: el tawassol
a los profetas y personas santas (awliâ’) cercanas a Dios, para que
supliquen por uno ante Al·lâh Subhânahu ua Ta’âlâ. Dice el Corán
al Profeta Muhammad (s.a.w.):
﴿ وَلَوْ أَنَّهُمْ إِذ ظَلَمُوا أَنْفُسَهُمْ جَآءُوكَ
فَاسْتَغْفَرُوا اللَّهَ وَاسْتَغْفَرَ لَهُمُ الرَّسُولُ لَوَجَدُوا اللَّهَ
تَوَّاباً رَحِيماً ﴾
«Y si ellos, cuando se oprimieron a sí mismos (es decir, los desobedientes) hubiesen venido a ti y hubiesen pedido perdón a Al·lâh, y el Mensajero hubiese pedido perdón por ellos, habrían encontrado a Al·lâh Remisorio, Misericordioso».[3]
En otra aleya se
censura a los hipócritas porque cada vez que son invitados a presentarse ante
el Mensajero de Dios (s.a.w.) para que pida perdón por ellos, se rehúsan. Dice:
﴿ وَإِذَا قِيلَ لَهُمْ تَعَالَوْا يَسْتَغْفِرْ لَكُمْ رُسُولُ
اللَّهِ لَوَّوْا رُؤُوسَهُمْ وَرَأَيْتَهُمْ يَصُدُّونَ وَهُم مُسْتَكْبِرُونَ ﴾
«Y cuando se les dice: “¡Venid! Para que el Mensajero de Dios pida perdón por vosotros”, vuelven sus cabezas y les ves alejarse siendo soberbios».[4]
Estas dos aleyas
que acabo de mencionar se refieren particularmente al Mensajero de Dios
(s.a.w.).
Además, hay otras
aleyas que se refieren a otros profetas. Por ejemplo, los hijos del Profeta
Jacob (a.s.) requirieron a su padre que pidiese perdón por ellos, y Jacob les
prometió hacerlo:
﴿ قَالُوا يَآ أَبَانَا اسْتَغْفِرْ لَنَا ذُنُوبَنَآ إِنَّا
كُنَّا خَاطِئِينَ * قَالَ سَوْفَ أَسْتَغْفِرُ لَكُمْ رَبِّي إِنَّهُ هُوَ
الْغَفُورُ الرَّحِيمُ ﴾
«Dijeron: “¡Oh padre nuestro! ¡Pide perdón por nuestros pecados! Por cierto que estábamos errados”. Dijo: “Pediré perdón a mi Señor por vosotros. Ciertamente que Él es el Perdonador, el Misericordioso”».[5]
Además de las
aleyas del Corán se transmitieron narraciones que ponen de manifiesto que los
Compañeros del Profeta (s.a.w.) solían recurrir al tawassol. Al-Bujârî
transmite en el Hadîz Al-Istisqâ’ (o pedido de lluvia) que cuando
los azotaba la sequía, el segundo califa, ‘Umar, procuraba la mediación de
‘Abbâs ibn ‘Abd-ul Muttalib –el tío del Profeta- para que lloviera y
decía:
“¡Dios nuestro! Solíamos recurrir a Ti mediante la mediación de nuestro profeta, y nos concedías la lluvia. ¡Ahora recurrimos a Ti mediante el tío del Profeta. Así pues, concédenos la lluvia!”.[6]
Es posible que se
diga que el tawassol mediante la súplica de los siervos correctos es permitido
y no es shirk, y además es benéfico y efectivo pero solo cuando aquel
cuya mediación se procura se encuentre vivo. Pero, si los profetas y las santas
personas de Dios ya murieron, entonces, ¿cómo es posible que requerir su
mediación tenga algún beneficio?
A esto
respondemos que:
Primero: Si suponemos que el tawassol al
profeta o al walî está condicionado a que éste se encuentre con vida,
entonces en este caso, el tawassol a los profetas y awliâ’ de
Dios ya fallecidos, máxime no sería más que una acción sin beneficio, y no
debería considerarse eso como shirk o idolatría, como alegan algunos en
contra de la Shî’ah.
Generalmente no
se toma en cuenta este punto importante, y es que, algunos suponen que en la
condición de “muerto” o “vivo” de aquel cuya mediación se procura ¡se encuentra
la condición de monoteísta o incrédulo de quien recurre al tawassol!
siendo que esa condición (esto es, que el profeta o el walî se
encuentren con vida cuando los demás procuran su tawassol) sólo sería el
criterio para que dicho tawassol tenga beneficio o no, y no un criterio
para considerar que ese tawassol convierte al que lo hace en monoteísta
o idólatra.
Segundo: Para que el tawassol produzca
efecto y sea provechoso son necesarias dos condiciones:
1. Que la persona cuya mediación procuramos
posea los atributos de “conocimiento”, “percepción” (esto es, “nos perciba”) y
“poder”.
2. Que entre quien procura la mediación y el
“mediador” pueda establecerse un vínculo.
Estas dos
condiciones (esto es, la percepción y comprensión, y la existencia de un
vínculo entre ellos y los mediadores) se verifican en la procura de mediación a
los profetas, aún cuando sus espíritus hayan abandonado sus cuerpos. Eso es
algo establecido por los claros indicios lógicos y transmitidos.
Por ejemplo, si
es que los mártires que fueron muertos en el camino de la Verdad se encuentran
vivos según lo manifiesta el mismo Corán, entonces los profetas testimoniadores
y las personas santas cercanas a Dios con mucha más razón se encuentran vivos
ante su Señor –especialmente desde que la mayoría fueron martirizados-.
Además, hay
muchas pruebas de la existencia del vínculo entre nosotros y las personas
santas de Dios. A continuación mencionaré algunas de ellas:
1. Al final de nuestras oraciones diarias la
totalidad de los musulmanes nos dirigimos al Mensajero de Dios (s.a.w.)
diciendo:
" السلام علیک ایها النبی و رحمه الله و برکاته "
“La paz, la misericordia y las bendiciones de Al·lâh sean contigo, ¡oh Profeta!”.
¿Acaso decimos
esto en vano? ¡¿Acaso el Profeta (s.a.w.) no nos escucha y no responde a
nuestras salutaciones?!
2. En la Batalla de Badr, el Noble Profeta
(s.a.w.) ordenó que los cuerpos de los idólatras fueran arrojados en una fosa,
luego se dirigió a ellos diciendo:
« لَقَد وَجَدْنا ما
وَعَدنا ربُّنا حقاً، فهل وَجَدتُم ما وَعَدَكم ربُّكم حَقاً؟ »
“Por cierto que nosotros encontramos que lo que nos prometió nuestro Señor es verdad. ¿Acaso encontrasteis que lo que os prometió vuestro señor es verdad?”.
Entonces uno de
los Compañeros del Profeta (s.a.w.) le preguntó: “¡Oh Mensajero de Dios! ¿Acaso
hablas con los muertos?”. El Profeta (s.a.w.) le respondió:
« ما أنْتُمْ بأسَمعَ
مِنْهُمْ »
“Vosotros no escucháis más que ellos”.[7]
Esto nos da la
pauta de que a pesar de que las personas mueren, en realidad nos escuchan; sus
espíritus están vivos.
3. El Mensajero de Dios (s.a.w.) solía ir al
cementerio Al-Baqî‘ en Medina y dirigirse a las almas de los que reposan en los
sepulcros diciéndoles:
« السلامُ عليكمْ دارَ
قومٍ مؤمِنين »
“¡Que la paz sea con vosotros! Morada de gente creyente”.[8]
Por último,
quienes no aceptan el tawassol a pesar de tantas pruebas, por lo menos
deberían considerar que esta cuestión se dispone entre los temas que son objeto
de Iÿtihâd, y no acusar de incrédulos o herejes a aquellos que creen en
el tawassol.
[1] Sura al-Mâ’idah; 5: 35.
[2] Sura al-A‘râf; 7: 180.
[3] Sura an-Nisâ’; 4: 64.
[4] Sura al-Munâfiqûn; 63: 5.
[5] Sura Iûsuf; 12: 97-98.
[6] Sahîh Al-Bujârî, t. 2, Kitâb
Al-Istisqâ’, capítulo: Su’âl an-Nâs Al-Imâm.
[7] Sahîh Al-Bujârî, t. 5, cap.: “La muerte de Abû
Ÿahl”; As-Sîrah an-Nabawîiah, de Ibn Hishâm, t. 2, p. 292.
[8] Sahîh Muslim, t. 2, cap. “Lo que se dice al
visitar las tumbas”.
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