Serie de clases sobre Shiísmo impartidas por Sumeia Younes
(Las clases fueron grabadas, transcritas y luego editadas por la autora para poder disponer de ellas en forma de texto)
Clase 17
En el Nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordiosísimo
PARTICULARIDADES DOCTRINALES DE LA SHΑAH (4)
El badâ
Al·lâh,
Subhânahu ua Ta’âla, ha
dispuesto dos tipos de destino para el ser humano:
1. Un destino indefectible y categórico, que
no es objeto de cambio o alteración en absoluto.
2. Un destino supeditado y condicionado, el cual es objeto de cambio y varía al faltar algunas condiciones, siendo otro el destino que ocupa su lugar.[1]
Ahora, respecto a la palabra Badâ. Lingüísticamente Badâ significa “la manifestación luego de un estado de ocultación”.
Cada vez que este
término se utiliza “con relación al ser humano” es con el sentido que algo le
era oculto y luego se le hizo conocido y manifiesto. Es obvio que tal
significado implica un estado de ignorancia anterior y un cambio de opinión, lo
que es imposible con relación a Dios, y no es correcto atribuirle tal cosa a
Él, puesto que según la creencia de los musulmanes, y entre ellos los shias
imamitas, a través de Su conocimiento sempiterno e invariable Dios está
informado de todas las cosas y no se produce cambio alguno en Su conocimiento y
en Su Voluntad. Y no es correcto que alguien diga que había algo que Dios no
sabía y después lo supo. Se transmitió del Imam As-Sâdiq (a.s.)
que dijo:
« من زعم أنّ الله يبدو له في شئ لم يعلمه أمس فابرأوا منه »
“Desentendeos de todo aquel que suponga que a Dios (hoy) se le manifestó algo que ayer no sabía”.[2]
Por otro lado,
cuando el Badâ se utiliza “con relación a Dios”, tiene el sentido de Ibdâ’
o “manifestar algo”, es decir, pone de manifiesto algo para el ser humano
que éste antes no sabía.
De esta forma, el
Badâ que sostiene la Shî‘ah es que, contrario a lo que dicen los
judíos sobre que el Poder de Dios se encuentra limitado -puesto que dicen: «Las manos de Dios se encuentran encadenadas»ید الله مغلوله) )-, el Poder de Dios es Absoluto, tal como lo manifiesta el mismo Corán al
decir:
﴿ بَلْ يَدَاهُ مَبْسُوطَتَانِ ﴾
«Sino que Sus manos están libres».[3]
En otras
palabras, el poder de creación de Dios Todopoderoso y Su uso del Dominio y
Poder, es permanente. Y Al·lâh, Imponente y Majestuoso, no
abandona el asunto de la creación, sino que la creación se realiza
incesantemente en forma sucesiva y continua:
﴿ كُلَّ
يَوْمٍ هُوَ فِي شَأْنٍ ﴾
«Cada día Él se encuentra en un asunto».[4]
Por lo que puede,
según Él lo considere conveniente, cambiar algo que se suponía debía suceder. Como
dice el Corán:
﴿
يَمْحُواْ اللَّهُ مَا يَشَآءُ وَيُثْبِتُ وَعِندَهُ اُمُّ الْكِتَابِ ﴾
«Suprime Dios lo que quiere y consolida (lo que quiere) y posee la Matriz del Libro».[5]
Vemos que esta
última aleya se refiere al hecho de que Al·lâh “suprime” o “borra” algo
después de haberlo dispuesto.
Al·lâh, Imponente y Majestuoso, tiene el poder de
cambiar el destino del ser humano como quiera y cuando quiera, en lo que se
refiere al tiempo de vida, la cantidad de sustento y otras cosas, y hacer que
otro destino ocupe ese lugar, encontrándose ambos “destinos” registrados en “La
Matriz del Libro” y en el conocimiento de Al·lâh, Subhanahu wa Ta’âla.
Las aleyas del
Sagrado Corán y las narraciones de las que se deduce el Badâ son muchas,
y aquí sólo mencionaré un ejemplo del Corán y uno de la Tradición del Profeta
(s.a.w.).
- Un
ejemplo del Corán:
﴿
إِنَّ اللَّهَ لا يُغَيِّرُ مَا بِقَوْمٍ حَتَّى يُغَيِّرُوا مَا بِاَنفُسِهِمْ ﴾
«Por cierto que Al·lâh no cambia la situación de un pueblo hasta que no cambien lo que hay en sí mismos».[6]
O sea, lo que
entendemos de esta aleya es que Al·lâh podría cambiar el destino de un
pueblo si es que este pueblo en primer lugar, se cambia a sí mismo. Hay una
condición.
- Un ejemplo de la Tradición:
Narra As-Suiûtî
en su libro de exégesis coránica “Ad-Durr al-Manzûr”, que el Imam ‘Alî
(a.s.) le preguntó al Profeta (s.a.w.) respecto a las Palabras de Al·lâh:
«Suprime Dios lo que quiere». Entonces el Profeta (s.a.w.) le
respondió:
« لَأُقِرنَّ عَيْنَك
بِتفسيرها ولَأُقِرَنَّ عَين أُمّتي بَعدي بتفسيرها: الصّدَقةُ على وَجهها، وبِرُّ
الوالِدَين وَاصطِناعُ المعروف يُحوّلُ الشقاءَ سعادةً ويزيدُ في العُمُر ويقي
مصارَع السُّوء»
“Iluminaré tus ojos mediante su explicación, y asimismo iluminaré los ojos de mi comunidad después de mí mediante su explicación: la limosna dada como debe ser, la benevolencia para con los padres, y realizar el bien, convierten la desventura en felicidad, aumentan la vida y resguardan respecto a las muertes funestas”.[7]
O sea que, la
limosna, la benevolencia hacia con los padres, y hacer el bien, son algunos de
los medios a través de los cuales nosotros podemos cambiar un destino
predestinado.
Por otro lado,
una parte del badâ también consiste en parte del conocimiento que Al·lâh
le otorga a algunos de sus profetas y auliâ’, sin que les informe del
acaecimiento de sus condiciones e impedimentos. Por ejemplo, en la noche de
bodas de una pareja de novios, Jesús (a.s.) anunció a sus seguidores que el novio
moriría esa noche. Pero al día siguiente vieron que el novio no había muerto, y
cuando le preguntaron a Jesús (a.s.) al respecto, él respondió: “Tal
vez hayáis dado caridad por él, puesto que la sadaqah o caridad aleja
las calamidades predestinadas”. Y tras averiguar,
le dijeron que sí, que en realidad la madre del novio había dado caridad. Luego
les dijo que se fijen en el lecho de esta pareja de recién casados, y cuando lo
hicieron encontraron una serpiente.
Jesús (a.s.)
sabía que el novio moriría en la primera noche de su matrimonio, pero lo que
desconocía es que esa muerte no era segura, sino que estaba condicionada a que no
se diese sadaqah o caridad. Esto es el badâ con relación a
Dios. Dios le había informado a Jesús de una parte de la cuestión, pero no de
la otra parte, o sea, de la condición para que esto suceda. Dios desde el
principio sabía que este joven no moriría esa noche y que cambiaría su destino
por medio de la sadaqah, pero solo informó de la primera parte a
fin de que la gente comprenda la importancia y el valor que tiene el hecho de
dar sadaqah. Dar sadaqah no solo elimina la
necesidad de los indigentes, sino que en realidad por medio de la sadaqah
alejamos las desgracias de nosotros mismos. Si no hubiera habido tales
salidas para alejar las desgracias, habríamos sido nosotros y no los indigentes
los que habríamos realmente estado en problemas y necesitados.
Si no hubiera badâ,
no tendrían sentido, la caridad, la súplica, la intercesión, el llanto y el
gran temor y obediencia de los profetas y cercanos a Dios, desde que ellos no
desobedecían a Al·lâh en absoluto. Su súplica y temor no eran en vano,
sino que se relacionaban a un tipo de información y conocimiento oculto del
cual nadie estaba informado.
Por otra parte,
la Shî‘ah considera que la abrogación o “nasj” de algunas normas
de la Sharî’ah, lo cual es aceptado por todos los musulmanes, también
tiene lugar a título de badâ. Sabemos que hubo muchas normas que el
Profeta (s.a.w.) estableció y que al principio todos los musulmanes pensaron
que siempre sería así y que la primera norma no iba a ser cambiada; sin
embargo, tras un tiempo el Profeta las derogó o cambió por otras normas. Por
ejemplo está el suceso del cambio de qiblah, que al principio era hacia
Jerusalén pero que después cambió. Dios desde el principio sabía que la qiblah
eterna de los musulmanes sería la Ka’bah en La Meca, no Jerusalén. Esto tiene
una razón de ser que para nosotros está oculta, lo mismo que el badâ.
Por lo tanto la
creencia en el badâ es una creencia islámica categórica, y en realidad,
todas las escuelas islámicas creen en esto sin importar el nombre que le den y
si se usa o no la palabra badâ para referirse a ello.
Por último, es
necesario que tengamos en cuenta dos puntos para saber por qué en las
narraciones de los Inmaculados (a.s.) fue utilizada la palabra badâ con
relación a Dios.
Primero: que fue el mismo Profeta (s.a.w.) quien
utilizó este término con relación a Dios. Narró Al-Bujârî en su Sahîh
que el Profeta, con relación a tres personas aquejadas de enfermedad: un
leproso, un sarnoso y un ciego, dijo:
« بدا لله عزَّ وجلّ
أن يَبْتَلِيهُمْ... »
“A Dios, Majestuoso e Imponente, se le manifestó (badâ lil·lâh) querer probarles (o afligirles)”.
Tras ello
menciona el pasado de estas personas en forma detallada y explica cómo dos de
ellos fueron privados de su salud a causa de haber sido desagradecidos de las
mercedes de Dios, por lo que fueron afligidos con las mismas enfermedades con
las que fueron afligidos sus antecesores.[8]
Segundo: Esta forma de utilización de un término se
denomina mushâkalah (asemejar un término a la forma de hablar del
interlocutor), y consiste en hablar en el mismo lenguaje que utiliza la gente
común, de manera que razonen y comprendan el tema. Es habitual en el uso
consuetudinario del lenguaje de los árabes decir: “badâ lî” (“se me manifiesta”)
si alguien cambia de opinión o de una decisión que antes ya había tomado.
Los Imames (a.s.)
hablaban en el mismo lenguaje de la gente de manera que pudieran hacer
comprender a sus interlocutores, y por ello a veces utilizaron términos como
éste con relación a Al·lâh, Subhânahu ua Ta‘âla.
[1] La Doctrina del Islam Shî‘ah, de Aiatul·lâh Ya‘far Subhânî, p.
339 (ed. en español).
[2] Bihâr al-Anwâr, t. 4, p. 111.
[3] Sura
al-Mâ’idah;
5: 64.
[4] Sura
ar-Rahmân; 55: 29.
[5] Sura ar-Ra‘d; 13: 39.
[6] Sura
ar-Ra‘d;
13: 11.
[7] Ad-Durr
al-Manzûr,
t. 4, p. 66.
[8] Sahîh Al-Bujârî, t. 4, p. 172, h. nº 3205.
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