viernes, 8 de octubre de 2010

El casamiento de Fátima y 'Ali -la paz sea con ambos-



Extraído de:
Biografía documentada, analítica y argumental de
‘Alî, el Emir de los Creyentes -la paz sea con él-
-Desde su nacimiento hasta el fallecimiento del Profeta (s.a.w.)-

POR: SUMEIA YOUNES

‘Alî (a.s.), yerno del Profeta
Teniendo en cuenta la nobleza de familia, y todas las perfecciones espirituales que existían en Fátima al-Zahrâ (a.s.), era normal que muchos de los grandes compañeros y jóvenes musulmanes quisieran tener el honor de desposar a esta gran dama.




Antes que ‘Alî (a.s.) los grandes de Quraish, que se contaban entre los más aventajados en posesiones, Islam, honor, y virtudes, anunciaron al Profeta (s.a.w.) su intención de casarse con su hija, pero todos escuchaban la misma respuesta de parte del Mensajero de Dios (s.a.w.):

 “Con relación a ella espero la orden de Dios”,[1]

o, “Su asunto (de Fátima) está con su Señor”,[2]

o bien, “Espero lo que dicte sobre ella la providencia”.[3]


Al-Jûwârizmî -sabio sunní- en su Al-Manâquib, transmitió de Salmân al-Farsî, Umm Salamah y ‘Alî ibn Abî Tâlib (a.s.), que de entre los que se dirigieron ante el Profeta (s.a.w.) para pedir la mano de su hija, se encuentran Abû Bakr y ‘Umar, pero ellos también escucharon la misma respuesta dada a los demás: que respecto a ese asunto, esperaba una revelación divina.
Cierto día Abû Bakr, ‘Umar y Sa‘d ibn Mu‘âdh al-Ansârî estaban sentados en la Mezquita, cuando tocaron el tema de Fátima, la hija del Mensajero de Dios (s.a.w.), y llegaron a la conclusión de que nadie, excepto ‘Alî, era el apropiado para casarse con la hija del Profeta.
Dijo Salmân al-Fârsî: Es así que juntos decidieron ir en busca de ‘Alî (a.s.), a quien hallaron en las plantaciones de uno de los Ansâr, regando con su camello las palmeras. Abû Bakr le dijo: “Los nobles de Quraish pidieron la mano de la hija del Profeta y él (s.a.w.) les respondió que el asunto de Al-Zahrâ’ está en el consentimiento de Dios, y pensamos que Dios y Su Mensajero han reservado a Fátima para ti. ¿Por qué no pides su mano? Si es que lo que te lo impide es la escasez de tus bienes, entonces nosotros estamos dispuestos a ayudarte”.
Al escuchar esto, corrieron lágrimas de los ojos de ‘Alî, y dijo:
¡Oh Abû Bakr! Por cierto que has agitado en mí lo que se encontraba tranquilo, y me has recordado algo de lo cual estaba desatento. ¡Juro por Dios, que Fátima conforma un anhelo! Y alguien como ella no pasa inadvertida para alguien como yo. Pero lo poco que poseo me ha impedido llevar a cabo esto”.

Abû Bakr le respondió: “No hables de ello, puesto que el mundo y lo que hay en él, para Dios y Su Mensajero, no poseen ningún valor”. Y de esta manera persuadieron a ‘Alî para que fuera a ver al Profeta.[4]
‘Alî, que desde antes ya estaba dispuesto a ello, tras el consejo de aquéllos dejó de trabajar, hizo la ablución, dos ciclos de oración, y se dirigió luego a la casa del Mensajero de Dios (s.a.w.), quien en aquel momento se encontraba en la casa de su esposa Umm Salamah.
Cuando ‘Alî golpeó la puerta de la casa del Profeta (a.s.), antes de que dijera quien era, el Profeta (s.a.w.) le dijo a Umm Salamah:

“¡Levántate Umm Salamah!, ábrele la puerta y permítele entrar, que ése (que está allí) es un hombre a quien Al·lâh y Su Mensajero aman y que él les ama”.

Narró Umm Salamah: “El deseo por saber quién era esa persona a quien el Profeta había elogiado me dominó tanto, que cuando me puse de pie para abrir la puerta casi me tropiezo con mi manto. Abrí la puerta y entró ‘Alî (a.s.), y se sentó ante al Profeta (s.a.w.), pero la templanza y grandeza de la presencia del Profeta le impidieron decir algo, por lo que bajó su cabeza y por un momento reinó el silencio. El Profeta rompió el silencio y dijo:

“¡Oh Abûl Hasan! Veo que has venido por algo. Dime que necesitas y muestra lo que hay en ti, puesto que toda necesidad tuya será satisfecha ante mí”.[5]

Continúa el Sheij al-Tûsî de boca de ‘Alî (a.s.):

Le mencioné mi relación con la familia del Mensaje, mi perseverancia y firmeza en el camino de la religión, y mi ÿihâd y mi esfuerzo por el triunfo del Islam. El Profeta dijo: “¡Oh ‘Alî! Eres veraz; tú estás por encima de lo que acabas de decir”. Entonces le dije: “¡Oh Mensajero de Dios! ¿Consideras adecuado casar a Fátima conmigo?”.[6]

Al plantear su proposición, Hadrat ‘Alî (a.s.) se respaldó en la taqwâ y en su pasado brillante en el camino del Islam, y a través de ello enseñó a todos que la superioridad se encuentra en ello y no en la belleza, riqueza o posición.
El Profeta (s.a.w.) respetó el derecho de libertad de la mujer en cuanto a la elección de su esposo y respondió a ‘Alî (a.s.):

“¡Oh ‘Alî! Antes que tú otros hombres la mencionaron (haciendo tal pedido), y yo se lo mencioné a ella, pero (en cada oportunidad) noté disconformidad en su rostro. Pero no tengas prisa (y espera) hasta que yo salga hacia ti”.[7]

El Profeta (s.a.w.) entró en la habitación de Al-Zahrâ (a.s.), ante lo cual ella se puso de pie y le quitó a su padre la capa que llevaba sobre los hombros; luego le quitó los calzados y lavó sus benditos pies. Tras ello se sentó frente a su padre. Entonces el Profeta (s.a.w.) habló a su hija de la siguiente manera:
“‘Alî ibn Abî Tâlib es alguien cuyas virtudes y rango en el Islam son muy evidentes para mí, y yo he pedido a mi Señor que te casara con Su mejor creación y el más querido para Él, y ahora él ha mencionado algo al respecto sobre ti. ¿Cómo lo ves?”.[8]

Al-Zahrâ (a.s.) hizo silencio, pero no volvió su rostro del Profeta (s.a.w.) como lo había hecho las veces anteriores, ni se reflejó en ella el menor descontento, por lo que el Mensajero de Dios salió mientras decía:

“¡Dios es el más Grande! Su silencio es su aprobación”.[9]

Tras ello descendió Ÿibrâ’îl (el ángel Gabriel) y anunció la orden de llevar a cabo este casamiento y transmitió al Profeta las felicitaciones de parte de Dios.[10]

Aparte de los narradores de hadices shias, los sabios de la Escuela Sunnah también lo han relatado a través de diferentes cadenas de transmisión, de Anas ibn Mâlik, ‘Abdul·lâh ibn Mas‘ûd, Ÿâbir y otros. Uno de ellos, que transmite de Anas ibn Mâlik, expresa textualmente lo siguiente: “Al Profeta le aconteció un estado de revelación y cuando salió de ese estado dijo:

« امرني ربي ان ازوج فاطمة من علي‏» واتاه ملك فقال : «يا محمد ، ان اللّه تعالى يقرئك السلام ، ويقول: اني قد زوجت فاطمة ابنتك من علي بن ابي طالب في الملا الاعلى ، فزوجها في الارض ».
“Mi Señor me ha ordenado casar a Fátima con ‘Alî”.

Y tras ello se le presentó un Ángel y le dijo:

“¡Oh Muhammad! Por cierto que Dios te envía Sus saludos y te dice: «He casado a tu hija Fátima con ‘Alî ibn Abî Tâlib en los cielos. Entonces, haz tú lo mismo en la Tierra»”.[11]
v  v  v




Transcribimos aquí un hadîz extraído del libro hah al-Arwâh, de Sabzavârî, como regalo para los corazones que palpitan de amor por Fátima y ‘Alî: Tras relatar sobre cómo Abû Bakr, ‘Umar y ‘Abdurahmân ibn ‘Auf habían pedido la mano de Fátima en matrimonio al Profeta (s.a.w.), respondiéndoles éste, como dijimos antes, que el asunto de Fátima estaba en manos de Dios, continúa así:

El Mensajero (s.a.w.) dijo:


“Se presentó ante mí un Ángel que nunca antes había venido y se dirigió a mí de una manera como nadie nunca lo había hecho, diciéndome: “¡La Paz sea contigo, oh primero, oh último, oh congregador!”. Dije: “¿Por qué te diriges a mí de esa manera?”. Dijo: “Tú eres ‘el primero’ en el sentido que serás el primero que se levantará del polvo en el Día de la Resurrección; eres ‘el último’ en el sentido que eres el Sello de los Profetas; y eres ‘el congregador’ en el sentido de que la Asamblea en el Día de la Resurrección se constituirá por ti”. Dije: “¿Cómo te llamas?”. Dijo: “Mahmûd”. Dije: “¿A qué has venido?”. Dijo: “Para desposar a la luz con la luz”. Dije: “¿A quién con quién?”. Dijo: “A Fátima con ‘Alî, y este acuerdo de matrimonio fue cerrado por el Altísimo en los Cielos”. Cuando se levantó, vi que entre sus hombros estaba escrito: Lâ ilâha il·la Al·lâh, Muhammad Rasûlul·lâh, Aîîadtuhu bi ‘Alî ua nusratihi (No hay divinidad sino Dios, Muhammad es el Mensajero de Dios, y he consolidado ello con ‘Alî y su auxilio). Dije: “¡Oh Mahmûd!, ¿hace cuánto que está escrito eso en medio de tus hombros?”. Dijo: “Veinticuatro mil años antes de que el Altísimo creara a Adán”. Tras ello vino (el ángel) Gabriel con una albricia superior y dijo: “¡Oh Mensajero de Dios!, Dios Altísimo convocó a los Custodios del Paraíso para que ornamentaran el Paraíso, y le ordenó al árbol de Tûbâ producir túnicas y ornamentos, y a las Huríes de grandes ojos recitar (las suras coránicas) Iâ Sîn, Tâ Hâ y las que comienzan con las expresiones Tâ Sîn y Hâ Mîm, a los vientos tomar diferentes clases de fragancias y perfumes y esparcirlos por el Paraíso, a los Ángeles reunirse en el cuarto cielo, en las cercanías de Bait al-Ma‘mûr, y erigir el Púlpito de la Grandeza, y a un Ángel cuyo nombre es Râhîl y a quien nadie supera en elocuencia, disertar sobre aquel Púlpito. Cuando finalizó su disertación, el Soberano del Universo dijo: “Sed testigos, oh Ángeles, que Yo di (en matrimonio) a la hija de Mi Mensajero, Fátima, a Mi siervo ‘Alî”. Y le ordenó al árbol de Tûbâ disponer esas túnicas y ornamentos como obsequios, y a las Huríes de grandes ojos recolectar esos obsequios, y dárselos de regalo entre ellas, y enorgullecerse de que esos obsequios fueran del casamiento de Fátima. Entonces le ordenó a una nube esparcir papiros sellados con almizcle. Los ángeles dijeron: “¡Dios! ¿Qué es eso?”. Dijo: “Son los avales de los seguidores (shias) de Alî y Fátima que dejo a vosotros en depósito. Cuando acontezca el Día de la Resurrección, situaos en el sirât y a cada uno que pase por vuestro lado que tenga aunque fuera una pizca de amor por ‘Alî en su corazón, y amor por Fátima y sus hijos, dadles esos salvoconductos para el paraíso y para mantenerse alejados del fuego, cuya inscripción será: “Redención del fuego para los seguidores (shias) de ‘Alî y de Fátima, de parte del Altísimo, el Imponente”.
Entonces dijo Gabriel: “Dios el Altísimo me ordenó decirte que des a Fátima a ‘Alî y le des las albricias de dos hijos virtuosos y puros en esta vida y en la del Más Allá...”.[12]



Un mismo rango espiritual, intelectual y moral:

Es cierto que la religión islámica considera a cada hombre musulmán como pareja y de un mismo rango de otro musulmán, y que cada musulmana que ha contraído matrimonio con un musulmán ha contraído un vínculo con su igual, pero si tomamos en cuenta las condiciones espirituales e intelectuales, muchas mujeres no están al nivel de algunos hombres, y viceversa. Los hombres musulmanes nobles y honorables que gozan de elevados criterios humanos, disposiciones morales y amplio conocimiento y perspicacia, deben unir sus vidas a mujeres que les correspondan desde el punto de vista espiritual y disposición moral. Esto también debe concretarse con relación a las mujeres puras y castas que gozan de grandes virtudes morales y elevado conocimiento y discernimiento. El propósito sustancial del matrimonio, que es concretar la tranquilidad y el sosiego a lo largo de la vida, no se materializa excepto por medio de acatar este punto, y hasta que un tipo de afinidad moral y espiritual, y atracción mental no reinen en el ambiente de la vida, la unión matrimonial carecerá de la solidez necesaria.
Teniendo en cuenta esto, y la posición y rango de Fátima, esa gran respetable dama, a quien su padre llamaba “la Señora de las mujeres del Universo” y “parte del mí”; quien fuera el consuelo de su padre a través de la Sura al-Kauzar; quien es la primera persona que entrará en el Paraíso; de quien la Aleya de Tat·hîr[13] testifica su pureza y castidad, y la Sura al-Insân, su renuncia y altruismo; quien por medio de su súplica descendió una mesa servida desde los cielos; para quien descendían los ángeles del Misericordioso para ayudarla con los quehaceres de la casa; la mujer más querida para el Mensajero de Dios, Al-Siddîqah al-Kubrâ, la Gran Veraz después del Mensajero de Dios; la intercesora del Día de la Resurrección... teniendo en cuenta todo esto, se nos evidencia la realidad de lo manifestado por Dios Altísimo a través del Ángel Gabriel a Su Profeta (s.a.w.):

«Si Yo no hubiera creado a ‘Alî, jamás habría habido sobre la faz de la Tierra una pareja apropiada (kufw) para Fátima, desde (el tiempo de) Adán a esta parte».[14]

Y la razón para ello es que la descendencia y progenie del Mensajero de Dios (s.a.w.) solo debía permanecer en la Tierra a través de ‘Alî (a.s.), así como lo transmitieron del Profeta (s.a.w.) narradores de hadices tanto shias como sunníes:

“Por cierto que Dios, Poderoso e Imponente, dispuso la descendencia de cada profeta en su propio espinazo, disponiendo la mía en el espinazo de ‘Alî”.[15]



La dote:

Se transmitió en las narraciones que cuando el Mensajero de Dios (s.a.w.) quiso determinar la dote que ‘Alî daría a Fátima, le preguntó:

“¡Oh Abûl Hasan! ¿Acaso tienes algo con lo cual pueda casarte con Fátima?”. ‘Alî (a.s.) dijo: “¡Que mi padre y mi madre sean sacrificados por ti! ¡Juro por Dios! que no hay nada oculto para ti sobre mi situación. Aparte de mi espada, mi escudo, y mi camello aguador no poseo nada más”. El Mensajero de Dios (s.a.w.) expresó: “¡Oh ‘Alî! La espada es de tu menester, y con ella debes luchar en el camino de Dios y combatir con Su enemigo. Con tu camello aguatero debes regar tus palmeras y traer el agua para tu familia, y durante los viajes llevar tu carga sobre él. Pero puedes dar como dote tu escudo, por lo que te caso (con Fátima) por el valor de ese mismo escudo, y me complace ello de ti”.[16]
Hay diferencia de opinión en cuanto a qué valor tenía ese escudo, y a qué precio fue vendido. En un hadîz se transmitió que ‘Alî (a.s.) lo vendió por orden del Profeta (s.a.w.), y el dinero que obtuvo de él eran cuatrocientos dírhams, cantidad que dio al Profeta[17]. También se narró que su valor era de cuatrocientos ochenta dírhams.[18]
En otras narraciones se mencionó que la dote de Fátima fue de cuatrocientos mizqâl[19] de plata.[20] Y el fallecido Ibn Shahr Ashûb, en su Manâquib (p. 128), dice: “Su dote fue de quinientos dírhams”, y considera a esta versión como la más confiable.
Es así que este matrimonio se llevó a cabo en el mes de Raÿab del segundo año de la Hégira o Emigración.



La realización del contrato matrimonial:

Anas ibn Mâlik narró: “Luego de que descendiera de los cielos la orden de este venturoso matrimonio, el Mensajero de Dios (s.a.w.) me encargó que fuera en busca de algunos Compañeros y que trajera también a ‘Alî a su casa, y así, cuando todos estuvieron presentes, se sentaron y el Mensajero de Dios realizó la siguiente disertación:

« الحمد لله المحمود بنعمته ، المعبود بقدرته ، المطاع سلطانه ، المرهوب عن عذابه وسطوته ، النافذ أمره في سمائه وأرضه ، الذي خلق الخلق بقدرته وميزهم بأحكامه ، وأعزهم بدينه ، وأكرمهم بنبيه محمد صلى الله عليه وآله وسلم ، وإن الله تبارك اسمه وتعالت عظمته جعل المصاهرة سببا لاحقا ، وأمرا مفترضا ، وأنتج بها الأرحام ، وانتظم بها الأنام ، وقال عز من قائل : ﴿وهو الذي خلق من الماء بشرا فجعله نسبا وصهرا وكان ربك قديرا. فأمر الله - تعالى - يجري الى قضائه ، وقضاؤه يجري الى قدره ، ولكل قدر أجل ، ولكل أجل كتاب ، يمحو الله ما يشاء ويثبت ويحكم ما يريد وعنده أم الكتاب . ثم قال : إن الله أمرني أن أزوج فاطمة بعلي بن أبي طالب ابن عمى ، فاشهدوا اني قد زوجته بها . وقال : يا علي إن الله تبارك وتعالى أمرني أن أزوجك فاطمة ، وإني قد زوجتكها على أربعمائة مثقال فضة »
La Alabanza sea para Dios, El Alabadísimo por Sus mercedes, El adorado por Su Poder, El obedecido en Su Potestad, el temido por Su castigo y Autoridad, cuya orden se verifica en Su Cielo y en Su Tierra, Quien creó las criaturas mediante Su poder, y diferenció entre ellas mediante Sus normas, engrandeciéndolas mediante Su religión y honrándolas con su Profeta Muhammad (s.a.w.).
En verdad que Dios, Elevado sea Su Nombre y Glorificada sea Su Majestad, dispuso a la unión de las personas entre sí por medio de un matrimonio, como la adquisición de un nuevo parentesco y como un asunto preceptuado con el cual genera vínculos de familia, y entrelaza a los humanos. Dijo Dios, Glorificada sea Su mención: «Él es Quien creó a partir del agua al humano, y le estableció el parentesco y la vinculación matrimonial. Tu Señor es Omnipotente»[21]. De esa forma, la orden de Dios rige a Su designio; Su juicio tiene un designio, todo designio tiene un plazo, y todo plazo tiene Libro: «Dios borra y confirma lo que le place, y Él posee la Matriz del Libro»[22]. Luego dijo: “Ciertamente que Dios me ha ordenado casar a Fátima con ‘Alî ibn Abî Tâlib,[23] mi primo; así pues, ¡testimoniad que se la he dado en matrimonio!”. Y dijo: “¡Oh ‘Alî! Ciertamente que Dios, Elevado sea, me ha ordenado darte en matrimonio a Fátima, y te la he dado en matrimonio en base a una dote de cuatrocientos mizqâl de plata”.[24]

Ibn ‘Abd al-Birr -sabio sunní- narró en su Al-Istî‘âb, que el Mensajero de Dios (s.a.w.) dijo a su hija:

“Tu esposo es un señor en este mundo y en el otro, y él es el primero de mis Compañeros en aceptar el Islam, y el de más abundante conocimiento y el más juicioso”.[25]



La preparación del ajuar:

En un hadîz transmitido de ‘Alî (a.s.) se narró que:

… Dijo el Mensajero de Dios (s.a.w.): “¡Levántate y vende el escudo!”. Me levanté, me fui y lo vendí. Tomé el valor (de la venta) y me presenté ante el Mensajero de Dios (s.a.w.), y le entregué el dinero en su habitación. Él no me preguntó cuánto era ese dinero, ni yo le dije nada al respecto. Luego tomó un puñado de dinero y llamó a Bilâl, y se lo dio diciéndole: “Compra un perfume para Fátima”; luego el Mensajero de Dios (s.a.w.) tomó dos puñados más de ese dinero y se los dio a Abû Bakr diciéndole: “Compra para Fátima las vestiduras y utensilios para la casa que le sean apropiadas”, enviando a ‘Ammâr ibn Iâsir y a otros Compañeros junto a Abû Bakr. Y se fueron al bazar.[26]

Mencionaremos seguidamente las cosas que, según el Sheij al-Tûsî fueron compradas para Fátima y ‘Alî. Del ajuar de Al-Zahrâ (a.s.) podemos deducir la situación de vida de la gran dama del Islam, y esta lista es un documento seguro de la realidad y verdad del Islam, que se ofrece al mundo de los humanos, y es un modelo y ejemplo para los seguidores de la escuela de Fátima:

1.      Una camisa por siete dírhams.
2.      Una gran pañoleta por cuatro dírhams.
3.      Una tela jaibarî de terciopelo negro.
4.      Una cama cocida con hojas de palmera.
5.      Dos cubiertas de lona egipcias, una de ellas estaba rellena de brizna de hojas de palmera, y la otra de lana de oveja.
6.      Cuatro cojines de cuero de oveja de Tâ’if, rellenos de juncia (en árabe idhjir: planta de buen olor).
7.      Una cortina delgada de lana.
8.      Una esterilla -elaborada en un lugar llamado Hiÿr-.
9.      Un molinero de mano –para moler el trigo y la cebada-.
10. Una gran jofaina para lavar la ropa, hecha de cobre.
11. Un odre de cuero -para transportar agua-.
12. Un gran tazón para ordeñar la leche.
13. Un recipiente de cuero para el agua.
14. Un aguamanil de arcilla pulida.
15. Una marmita de arcilla color verde.
16. Dos alcuzas de arcilla.
Ibn Shahr Ashûb en su Manâquib Âl Abî Tâlib (t. 3, p. 129), agrega dos cosas más a esta lista basándose en otra narración:
17. Un trozo de cuero como alfombra.
18. Un manto de tela de qatrân.
Quienes habían comprado el ajuar, llevaron estas cosas a la casa del Profeta, quien las tomaba una por una, mirándolas por detrás y por delante mientras decía:

“Que Dios bendiga a Ahl al-Bait (la Gente de mi Casa)!”. [27]

En Kashf al-Gummah, Ibn Abî Fath al-Irbilî mencionó el ajuar con pequeñas diferencias en relación con el mencionado arriba, y luego, transmitió de Abû Bakr que dijo: “Cuando pusimos esas cosas ante el Mensajero de Dios, y las vio, corrieron lágrimas de sus ojos. Entonces levantó su cabeza hacia el cielo y dijo:
“¡Dios mío! Bendice a la gente (de una casa) que la mayoría de sus utensilios los constituyen piezas hechas de barro”.[28]

v  v  v

Se transmitió de Ibn al-Ÿauzî, en el libro Sifah al-Safuah (t. 1, p. 126) que ‘Alî  (a.s.) dijo:



“Cuando me casé con Fátima no teníamos alfombra sino un cuero de cordero sobre el cual dormíamos de noche, y de día echábamos la pastura de nuestro camello (aguatero)”.

Se transmitió de Ahmad ibn Hanbal en su Manâquib,[29] que dijo: “Cuando Fátima llegó a la casa de ‘Alî no encontró sino un poco de piedrecillas que habían sido esparcidas por la habitación, una marmita y una vasija”.



El festejo de bodas:

Una de las costumbres islámicas es la de ofrecer una comida en las ceremonias de bodas, o sea que es preferible en esas ceremonias preparar comida y dar de comer a un grupo, que por supuesto, la medida y tipo de comida dependerá de la posibilidad de cada persona que de ninguna manera desea dejar de lado esta costumbre islámica. El Mensajero de Dios (s.a.w.), quien legitimó esta costumbre islámica, también realizó ello en la ceremonia de bodas de su querida hija Fátima, si bien hay discrepancias sobre si fue él mismo el que dispuso los preparativos para ello o si fue el Imam ‘Alî (a.s.).
Según lo narrado por el Sheij al-Sadûq en su Al-Amâlî, el Mensajero de Dios (s.a.w.) dijo a ‘Alî (a.s.): Yo me ocupo de proporcionar la carne y el pan, y tú te ocupas de los dátiles y el aceite”[30].

Según lo transmitido por Al-Râwandî en Al-Jarâ’iÿ, el Profeta del Islam (s.a.w.) preparó una cantidad de comida y dulces y dijo a ‘Alî: “Ve e invita a la gente”[31]. Según otra narración, Sa‘d dijo: “Yo ofrezco un cordero para la fiesta, y un grupo de los Ansâr colaboró cada uno en base a sus posibilidades. Esta última versión es la que generalmente narran los hermanos sunníes, al haberla narrado Al-Tabarî, Ibn Haÿar, y Al-Suiûtî.[32]



La procesión nupcial:

Los festejos de la boda de la hija del Noble Profeta (s.a.w.) se llevaron a cabo con la más completa sencillez. Tras un mes de la realización del contrato matrimonial, las esposas del Mensajero de Dios (s.a.w.) dijeron a ‘Alî: “¿Por qué no llevas ya a tu esposa a tu casa?”. ‘Alî les respondió que ya estaba preparado para ello, por lo que Umm Aiman –una de las esposas de Profeta (s.a.w.)- se presentó ante el Mensajero de Dios (s.a.w.) y le dijo: “Si Jadîÿah hubiese estado viva, se habrían iluminado sus ojos al ver la celebración de bodas de su hija Fátima”. Cuando el Profeta escuchó el nombre de Jadîÿah, con sus benditos ojos llenos de lágrimas, dijo:

“¡Jadîÿah! ¡Y dónde hay otra como Jadîÿah! Ella me corroboró cuando todos me desmentían, me ayudó en lo concerniente a la religión de Dios y me asistió en ello con toda su fortuna [por la causa de la difusión del Islam]. Ciertamente que Dios, Poderoso e Imponente, me ordenó albriciar a Jadîÿah con una casa de esmeraldas en el Paraíso, en la que no hay vocerío ni fatiga”.[33]

Umm Aiman añadió: “¡Ilumina los ojos de todos con la procesión nupcial de Fátima a la casa de su esposo!”.

El Mensajero de Dios (s.a.w.) ordenó que dispusieran una tienda para conducir a la novia a casa de su esposo y que acicalaran y perfumaran a Fátima.[34] Tras ello hizo llamar a Fátima (a.s.), y ella, con su rostro sonrojado, se presentó ante él, y debido a la intensidad de su vergüenza, sus pies temblaban y estuvo a punto de caer. Entonces el Profeta (s.a.w.) suplicó por ella y le dijo:

“Que Dios te proteja de trastabillar en este mundo y en el otro”.[35]

Luego solicitó un recipiente con agua sobre el cual leyó las dos últimas suras del Corán (Al-Ma‘ûdhatain). Puso un poco de esa agua en su boca y la volvió a verter en ese recipiente, e hizo sentar a Fátima a su izquierda y a ‘Alî a su derecha, y derramó un poco de agua sobre el cuerpo de Fátima y un poco sobre el de ‘Alî. Y suplicó por ellos así:

¡Dios mío! Ciertamente que ellos son (parte) de mí y yo soy de ellos. ¡Dios mío! Así como alejaste de mí la impureza y me purificaste sobremanera, aleja de ellos la impureza y purifícales sobremanera”.[36]

Luego dijo:

“Levantaos (y dirigíos) hacia vuestra casa; que Dios os mantenga unidos, bendiga vuestra vida y solucione vuestras preocupaciones”.[37]

Y según lo narrado por los sunníes[38], además de las palabras mencionadas, añadió las palabras que la madre de María (a.s.) pronunció suplicando a Dios para su hija, y dijo respecto a Fátima:

“¡Dios mío! La amparo a ella y a su descendencia en Ti, del maldito Demonio”.[39]

Luego hizo la misma súplica para ‘Alî y tras ello dijo respecto a ambos:

“Que Dios os mantenga unidos, que consolide vuestra buena fortuna, que disponga excelente vuestra descendencia, que haga de vuestra descendencia las llaves de la misericordia, los tesoros de la sapiencia y la seguridad de la comunidad. Que Dios os bendiga a ambos. Que Dios otorgue bendiciones por vosotros  y sobre vosotros. Que os brinde felicidad y extraiga de ambos lo abundante y bueno. ¡Dios mío! Por cierto que ellos dos son de mí y yo soy de ellos. ¡Dios mío! Así como alejaste de mí la impureza y me purificaste, así pues, aleja de ellos dos la impureza y purifícales, así como a su descendencia”. Dijo Anas: “En verdad que Dios extrajo de ellos lo abundante y bueno”.[40]

Tras ello el Profeta (s.a.w.) descubrió el rostro de su hija y puso la mano de Al-Zahrâ (a.s.) sobre las de ‘Alî y dijo:
“Que Al·lâh te bendiga por medio de la hija del Mensajero de Dios. ¡Oh ‘Alî! ¡Que buena esposa es Fátima! ¡Oh Fátima! ¡Qué buen esposo es ‘Alî!”.
Y tras concluir la ceremonia de bodas, en el momento en que Fátima y ‘Alî se dirigían a su casa, Salmâm al-Farsî cogía las riendas del camello que llevaba a Fátima, y debido a la gran vergüenza que sentían, ambos miraban hacia el suelo.
Y en muchas de las narraciones de los hermanos de la Escuela Sunnah, entre los que se encuentran Al-Jatîb al-Bagdâdî, Al-Tabarî y Al-Qundûzî, y otros, según su propia cadena de transmisión, narraron de Ibn ‘Abbâs –que Dios esté complacido de él-: “En aquella noche en que acompañaban el cortejo de Fátima a la casa de ‘Alî –la paz sea con ambos-, el Profeta (s.a.w.) iba por delante de ella, Ÿibrâ’îl a su derecha, Mikâ’îl a su izquierda, y siete mil ángeles por detrás, quienes glorificaron y alabaron a Dios hasta el despuntar de la aurora”.[41]



Los hijos de Fátima y ‘Alî:

De acuerdo a las narraciones que tanto sabios sunníes como shias transmitieron, Fátima dio a luz cinco niños: Hasan, Husain, Zainab y Umm Kulzûm, perdiendo también a un hijo, Muhsin, al cual abortó en el sexto mes de embarazo, a causa de los lamentables sucesos acaecidos tras la muerte del Mensajero de Dios (s.a.w.). Es así que se considera a Muhsin el primer mártir de entre la purificada descendencia del Mensajero de Dios (s.a.w.) y de Ahl al-Bait (a.s.).




[1] Ianâbî‘ al-Mawaddah, de Al-Qundûzî al-Hanafî, t. 2, p. 63.
[2] Bihâr al-Anwâr, t. 43, p. 125; Ihqâq al-Haqq, t. 10, p. 326.
[3] Sîrah al-Halabîiah, t. 2, p. 205. Al-Tabaqât al-Kubrâ, de Ibn Sa‘d, t. 8, p. 19; Ihqâq al-Haqq, t. 10, p. 331.
[4] En algunas narraciones se transmitió que fue una de las mujeres cercanas a ‘Alî (a.s.) la que lo persuadió para que fuera a pedir la mano de Fátima (a.s.), diciéndole: “Cada día llega un nuevo pretendiente a casa del Profeta y todavía no dio una respuesta positiva a nadie. Sería bueno que tú también lo hicieras.” (Ver: Al-Manâquib, de Al-Jûwârizmî, p. 335; Al-Sunan al-Kubrâ, de Al-Baihaquî, t. 7, p. 234).

[5] Al-Manâquib, de Al-Jûwârizmî, pp. 343-345; Kashf al-Gummah, de Ibn Abî al-Fath al-Irbîlî, t. 1, pp. 363-365.
[6] Al-Amâlî, del Sheij al-Tûsî, p. 39. Ver: Al-Manâquib, de Al-Jûwârizmî, p. 345.
[7] Al-Amâlî, del Sheij al-Tûsî, p. 39.
[8] Bashârah al-Mustafâ, de Muhammad ibn ‘Alî al-Tabarî, p. 401.
[9] Al-Amâlî, de Al-Tûsî, p. 40, Manâquib Âl Abî Tâlib, de Ibn Shahr Ashûb, p. 127.
[10] Bihâr al-Anwâr, t. 43, pp. 93 y 118.
[11] Ihqâq al-Haqq, t. 6, pp. 592 a 623, quien transmite de Rashfah al-Sâdî, del Abû Bakr Shahâb al-Dîn al-Hadramî al-Mâlikî, p. 7 (ed. Egipto). Y transmitieron hadices semejantes Muhibb al-Dîn al-Tabarî en Dhajâ’ir al-‘Uqbâ, pp. 31-32; Al-Muttaquî al-Hindî en Kanz al-‘Ummâl, t. 11, pp. 605-606; Al-Haizamî en Maÿma‘ al-Zawâ’id, t. 9, p. 204; Al-Manâwî en Faid al-Qadîr, t. 2, p. 271; Ibn Haÿar en Al-Sawâ‘iq, t. 2, p. 364; Al-Jûwârizmî en Al-Manâquib, p. 342, y otros que fueron mencionados en Ihqâq al-Haqq, t. 6, pp. 592-623.
[12] hah al-Arwâh, de Sabzavârî, pp. 75-77.
[13] Sura al-Ah·zâb; 33: 33: «Al·lâh solo desea alejar de vosotros la impureza, ¡oh Ahl al-Bait!, y purificaros sobremanera».
[14] Al-Lum‘ah al-Baidâ’, de Al-Tabrîzî al-Ansârî, p. 246; Ianâbî‘ al-Mawaddah, de Al-Qundûzî, t. 2, p. 286; Kunûz al-Haqâ’iq, de Al-Manâwî, p. 133; Farâ’id al-Simtain, t. 1, p. 178, hadîz nº 141; Bihâr al-Anwâr, t. 43, pp. 92, 97 y 107.
[15] Al-Manâquib, de Al-Jûwârizmî, p. 328; Kanz al-‘Ummâl, de Al-Muttaquî al-Hindî, t. 11, p. 600; Al-Ÿâmi‘ al-Saguîr, de Ÿalâl al-Dîn al-Suiûtî, t. 1, p. 262; Faid al-Qadîr Sharh al-Ÿâmi‘ al-Saguîr, de Al-Manâwî, t. 2, p. 282; Maÿma‘ al-Zawâ’id, de Al-Haizamî, t. 9, p. 172; Al-Sawâ‘iq, de Ibn Haÿar, p. 74; Ianâbî‘ al-Mawaddah, de Al-Qundûzî al-Hanafî, t. 2, pp. 90, 237, 292, 345, 399 y 447, y muchos otros libros de la Escuela Sunnah que fueron citados en el tomo 7 de Ihqâq al-Haqq, pp. 4 a 9.
[16] Al-Manâquib, de Al-Jûwârizmi, p. 346; Kashf al-Gummah, de Ibn Abî al-Fath al-Irbilî, t. 1, p. 365-366; Ihqâq al-Haqq, t. 10, pp. 358-363.
[17] Ibíd.
[18] Ibíd.
[19] Mizqâl: medida de peso equivalente a 4,68 gr.
[20] Kashf al-Gummah, t. 1, p. 359; Al-Manâquib, de Al-Jûwarizmî, p. 336; Ihqâq al-Haqq, t. 10, p. 363. Manâquib Âl Abî Tâlib, de Ibn Shahr Ashûb, p. 127.
[21] Sura al-Furqân; 25: 54.
[22] Sura al-Ra‘d; 13: 39.
[23] Esta frase la han narrado muchos autores en sus libros: Maÿma‘ al-Zawâ’id, de Al-Haizamî, t. 9, p. 204; Al-Mu‘ÿam al-Kabîr, de Al-Tabarânî, t. 10, p. 156; Al-Ÿâmi‘ al-Saguîr, de Ÿalâl al-Dîn al-Suiûtî, t. 1, p. 258; Ta’rîj Madînah Dimashq, de Ibn ‘Asâkir, t. 37, p. 13; Mizân al-I‘tidâl, de Al-Dhahabî, t. 2, p. 671.
[24] Ianabî‘ al-Mawaddah, de Al-Qundûzî, t. 2, p. 65; Kashf al-Gummah, t. 1, p. 349.
[25] Al-Istî‘âb, t. 3, p. 1099.
[26] Al-Amâlî, del Sheij al-Tûsî, p. 40.
[27] Bihâr al-Anwâr, t. 43, p. 94; Al-Manâquib, de Ibn Shahr Ashûb, t. 3, p. 352.
[28] Kashf al-Gummah, t. 1, p. 369.
[29] Edición manuscrita.
[30] Al-Amâlî, del Sheij al-Sâdûq, p. 42.Ver también: Bihâr al-Anwâr; t. 43, pp. 95 y 106.
[31] Al-Jarâ’iÿ, de Al-Râwandî, t. 2, p. 535. Ver también: Bihâr al-Anwâr; t. 43, pp. 95 y 106.
[32] Ver: Ihqâq al-Haqq, t. 10, p. 424.
[33] Bihâr al-Anwâr; t. 43, p. 131; Al-Manâquib, de Al-Jûwarizmî, p. 350.
[34] Bihâr al-Anwâr; t. 43, p. 59.
[35] Ibíd, t. 43, p. 96.
[36] Ianâbî‘ al-Mawaddah, de Al-Qunduzî, t. 2, pp. 64 y 66. Ver también: Al-Mu‘ÿam al-Kabîr, de Al-Tabarânî, p. 22, p. 412; Al-Lum‘ah al-Baidâ’, de Al-Tabrizî al-Ansârî, p. 270.
[37] Bihâr al-Anwâr; t. 43, p. 142.
[38] Respecto a las súplicas que hizo el Mensajero de Dios (s.a.w.) en aquella noche respecto a Fátima y ‘Alî, se transmitieron más de cuarenta hadices narrados por los hermanos de la Escuela Sunnah, y quien desee referirse a ellos puede consultar el tomo 10 de Ihqâq al-Haqq, pp. 405-419.
[39] Ÿawâhir al-Matâlib fî Manâquib al-Imâm ‘Alî (a.s.), de Ibn al-Dimashquî, t. 1, p. 148. Ver también: Ianâbî‘ al-Mawaddah, de Al-Qunduzî, t. 2, pp. 64 y 63.
[40] Ianâbî‘ al-Mawaddah, de Al-Qunduzî, t. 2, p. 66.
Dios respondió a esta súplica del Profeta (s.a.w.) puesto que extrajo de ellos una descendencia purificada, los Imames de la guía, los vicarios de Dios en Su Tierra y los depositarios de Su Revelación, aquéllos que, quienes se aferren a ellos se salvarán, y quienes sean negligentes respecto a su senda y enseñanzas, se habrán extraviado y vuelto inicuos, como fue transmitido tanto en las narraciones sunníes como shias.
[41]Dhajâ’ir al-‘Uqbâ, de Al-Tabarî, p. 32; Ta’rîj Bagdad, de Al-Jatîb al-Bagdâdî, t. 5, p. 211; Ianâbî‘ al-Mawaddah, de Al-Qundûzî, t. 2, p. 129. Para mayor información de todas las narraciones transmitidas al respecto por los hermanos de la Escuela Sunnah, referirse al tomo 10 de Ihqâq al-Haqq, pp. 392-394.



1 comentario:

Entradas populares