lunes, 28 de noviembre de 2011

La Tragedia de Karbalâ' - Día 7


Preparado por: La Asamblea Mundial de Ahlul Bait (a.s.)
y el Instituto de Cultura y Ciencias del Islam “Al-Gadîr”.


Día 7: La Tragedia de ‘Alî Asgar


se acercaban los momentos más amargos de la historia. La totalidad de los auxiliares y compañeros del Imam Al-Husain (a.s.) ya se habían dirigido al campo de batalla y habían sido martirizados. En el campamento de la verdad sólo quedaban dos hombres: Aba ‘Abdil·lâh Al-Husain, y ‘Alî Zain Al-‘Abidîn, quien por voluntad divina permanecería con vida tras el suceso de Karbalâ’ y asumiría el liderazgo de la comunidad luego del Imam Al-Husain (a.s.), porque el día de Ashûrâ’ se hallaba sumamente enfermo, al punto de no poder ponerse de pie y presentarse en el campo de batalla.

Al verse sólo y sin nadie que le auxilie, el Imam (a.s.), para dejar completamente en claro el asunto y no quedaran excusas, gritó: “¿Acaso hay alguien que defienda la santidad del Mensajero de Dios (s.a.w.)? ¿Acaso hay algún monoteísta que tema a Dios y nos defienda? ¿Acaso hay algún auxiliador que procure a Dios auxiliándonos? ¿Acaso hay alguien que nos asista procurando lo que hay ante Dios?”.
La voz del Imam requiriendo ayuda llegó a las tiendas y las mujeres entendieron que Al-Husain ya no tenía quien le asistiera, por lo que sus voces se elevaron en llantos y lamentos. El Imam (a.s.) se dirigió a las tiendas para que tal vez al verlo las mujeres se calmaran un poco, cuando de pronto escuchó a su hijo de seis meses ‘Abdul·lâh ibn Al-Husain -conocido como ‘Alî Asgar- llorando por la intensidad de la sed.
‘Alî Asgar era un pequeño bebé y no había agua en las tiendas para calmar su sed, ni tampoco su madre Rabâb tenía ya leche para amamantarle.
El Imam tomó a ‘Alî Asgar envuelto en su mantilla y se dirigió hacia el enemigo; se detuvo frente al ejército de Iazîd y dijo: “¡Oh gentes! ¡Si no tenéis ninguna compasión por mí, tened misericordia de este niño…!”.

Pero era como si la semilla de la misericordia no hubiera sido diseminada en sus corazones de piedra y toda la ignominia del mundo fluyera en lo más profundo de su ser, ya que en lugar de ofrecer un odre de agua al hijo del Mensajero de Dios (s.a.w.), uno de los arqueros del clan de los Banî Asad -que según se dice se llamaba Harmalah ibn Kâhil- colocó una flecha en el arco y apuntó a la garganta del niño, y de pronto las manos y pecho del Imam se tiñeron de sangre… La pequeña cabeza y frágil garganta del pequeño lactante se separaron de su cuerpo…








El Imam (a.s.) empapó sus manos con la sangre de ‘Alî Asgar y la esparció hacia el cielo diciendo: “Lo que me facilita poder soportar todo esto es que Dios está observando”. En ese momento Hassîn ibn Tamîm lanzó otra flecha que rozó los benditos labios del Imam (a.s.) y fluyó sangre por su boca. El Imam volteó hacia el cielo y expresó la siguiente letanía: “¡Dios mío! Me quejo ante Ti de lo que hacen conmigo y con mis hermanos, hijos y cercanos”
Entonces se alejó del ejército enemigo y con su espada cavó una pequeña tumba. El cuerpo de ‘Alî estaba impregnado de sangre y Al-Husain le rezó y sepultó su pequeño cuerpo…
Según las fuentes históricas, el martirio de ‘Alî Asgar -con él sea la paz- fue una de las tragedias más duras y trágicas por las que tuvo que atravesar el Imam. ‘Aqabah ibn Bashîr Al-Asadî narró que: “El Imam Al-Bâqir (a.s.) me dijo: “¡Vosotros los del clan de Banî Asad tenéis una deuda de sangre con nosotros!”, y luego me relató la historia del degollamiento de ‘Alî Asgar.”
Asimismo se narra que luego del levantamiento de Al-Mujtâr ibn Abî ‘Ubaidah az-Zaqafî, cuando le hicieron llegar al Imam Zain Al-‘Abidîn (a.s.) las noticias sobre que los asesinos de Karbalâ’ fueron objeto de venganza, el Imam preguntó: “¿Qué sucedió con Harmalah?”, lo cual demuestra cómo permaneció ese enardecimiento en los corazones de Ahl-ul Bait (a.s.)…
Ese enardecimiento también se encuentra en nuestros corazones así como en los corazones dotados de humanidad, hasta que llegue la época del Levantamiento del Mahdî de la Familia de Muhammad (s.a.w.) y tome venganza de los tiranos…
«¿Acaso no es así que la maldición de Dios recae sobre la gente opresora?»…
«Y pronto sabrán aquellos que tiranizaron a qué destino se dirigen».


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