domingo, 2 de junio de 2013

Clases sobre Shiísmo - 17



Serie de clases sobre Shiísmo impartidas por Sumeia Younes
(Las clases fueron grabadas, transcritas y luego editadas por la autora para poder disponer de ellas en forma de texto)

Clase 17

En el Nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordiosísimo

PARTICULARIDADES DOCTRINALES DE LA SHΑAH (4)

El badâ

Al·lâh, Subhânahu ua Ta’âla, ha dispuesto dos tipos de destino para el ser humano:

1. Un destino indefectible y categórico, que no es objeto de cambio o alteración en absoluto.

2. Un destino supeditado y condicionado, el cual es objeto de cambio y varía al faltar algunas condiciones, siendo otro el destino que ocupa su lugar.[1]


Ahora, respecto a la palabra Badâ. Lingüísticamente Badâ significa “la manifestación luego de un estado de ocultación”.
Cada vez que este término se utiliza “con relación al ser humano” es con el sentido que algo le era oculto y luego se le hizo conocido y manifiesto. Es obvio que tal significado implica un estado de ignorancia anterior y un cambio de opinión, lo que es imposible con relación a Dios, y no es correcto atribuirle tal cosa a Él, puesto que según la creencia de los musulmanes, y entre ellos los shias imamitas, a través de Su conocimiento sempiterno e invariable Dios está informado de todas las cosas y no se produce cambio alguno en Su conocimiento y en Su Voluntad. Y no es correcto que alguien diga que había algo que Dios no sabía y después lo supo. Se transmitió del Imam As-Sâdiq (a.s.) que dijo:
« من زعم أنّ ‏الله يبدو له في شئ لم يعلمه أمس فابرأوا منه »
“Desentendeos de todo aquel que suponga que a Dios (hoy) se le manifestó algo que ayer no sabía”.[2]
Por otro lado, cuando el Badâ se utiliza “con relación a Dios”, tiene el sentido de Ibdâ’ o “manifestar algo”, es decir, pone de manifiesto algo para el ser humano que éste antes no sabía.
De esta forma, el Badâ que sostiene la Shî‘ah es que, contrario a lo que dicen los judíos sobre que el Poder de Dios se encuentra limitado -puesto que dicen: «Las manos de Dios se encuentran encadenadas»ید الله مغلوله) )-, el Poder de Dios es Absoluto, tal como lo manifiesta el mismo Corán al decir:
﴿ بَلْ يَدَاهُ مَبْسُوطَتَانِ ﴾
«Sino que Sus manos están libres».[3]
En otras palabras, el poder de creación de Dios Todopoderoso y Su uso del Dominio y Poder, es permanente. Y Al·lâh, Imponente y Majestuoso, no abandona el asunto de la creación, sino que la creación se realiza incesantemente en forma sucesiva y continua:
﴿ كُلَّ يَوْمٍ هُوَ فِي شَأْنٍ ﴾
«Cada día Él se encuentra en un asunto».[4]
Por lo que puede, según Él lo considere conveniente, cambiar algo que se suponía debía suceder. Como dice el Corán:
﴿ يَمْحُواْ اللَّهُ مَا يَشَآءُ وَيُثْبِتُ وَعِندَهُ اُمُّ الْكِتَابِ ﴾
 «Suprime Dios lo que quiere y consolida (lo que quiere) y posee la Matriz del Libro».[5]
Vemos que esta última aleya se refiere al hecho de que Al·lâh “suprime” o “borra” algo después de haberlo dispuesto.
Al·lâh, Imponente y Majestuoso, tiene el poder de cambiar el destino del ser humano como quiera y cuando quiera, en lo que se refiere al tiempo de vida, la cantidad de sustento y otras cosas, y hacer que otro destino ocupe ese lugar, encontrándose ambos “destinos” registrados en “La Matriz del Libro” y en el conocimiento de Al·lâh, Subhanahu wa Ta’âla.
Las aleyas del Sagrado Corán y las narraciones de las que se deduce el Badâ son muchas, y aquí sólo mencionaré un ejemplo del Corán y uno de la Tradición del Profeta (s.a.w.).

  1. Un ejemplo del Corán:

﴿ إِنَّ اللَّهَ لا يُغَيِّرُ مَا بِقَوْمٍ حَتَّى يُغَيِّرُوا مَا بِاَنفُسِهِمْ ﴾
«Por cierto que Al·lâh no cambia la situación de un pueblo hasta que no cambien lo que hay en sí mismos».[6]
O sea, lo que entendemos de esta aleya es que Al·lâh podría cambiar el destino de un pueblo si es que este pueblo en primer lugar, se cambia a sí mismo. Hay una condición.

  1. Un ejemplo de la Tradición:

Narra As-Suiûtî en su libro de exégesis coránica “Ad-Durr al-Manzûr”, que el Imam ‘Alî (a.s.) le preguntó al Profeta (s.a.w.) respecto a las Palabras de Al·lâh: «Suprime Dios lo que quiere». Entonces el Profeta (s.a.w.) le respondió:
« لَأُقِرنَّ عَيْنَك بِتفسيرها ولَأُقِرَنَّ عَين أُمّتي بَعدي بتفسيرها: الصّدَقةُ على وَجهها، وبِرُّ الوالِدَين وَاصطِناعُ المعروف يُحوّلُ الشقاءَ سعادةً ويزيدُ في العُمُر ويقي مصارَع السُّوء»
“Iluminaré tus ojos mediante su explicación, y asimismo iluminaré los ojos de mi comunidad después de mí mediante su explicación: la limosna dada como debe ser, la benevolencia para con los padres, y realizar el bien, convierten la desventura en felicidad, aumentan la vida y resguardan respecto a las muertes funestas”.[7]
O sea que, la limosna, la benevolencia hacia con los padres, y hacer el bien, son algunos de los medios a través de los cuales nosotros podemos cambiar un destino predestinado.
Por otro lado, una parte del badâ también consiste en parte del conocimiento que Al·lâh le otorga a algunos de sus profetas y auliâ’, sin que les informe del acaecimiento de sus condiciones e impedimentos. Por ejemplo, en la noche de bodas de una pareja de novios, Jesús (a.s.) anunció a sus seguidores que el novio moriría esa noche. Pero al día siguiente vieron que el novio no había muerto, y cuando le preguntaron a Jesús (a.s.) al respecto, él respondió: “Tal vez hayáis dado caridad por él, puesto que la sadaqah o caridad aleja las calamidades predestinadas”. Y tras averiguar, le dijeron que sí, que en realidad la madre del novio había dado caridad. Luego les dijo que se fijen en el lecho de esta pareja de recién casados, y cuando lo hicieron encontraron una serpiente.
Jesús (a.s.) sabía que el novio moriría en la primera noche de su matrimonio, pero lo que desconocía es que esa muerte no era segura, sino que estaba condicionada a que no se diese sadaqah o caridad. Esto es el badâ con relación a Dios. Dios le había informado a Jesús de una parte de la cuestión, pero no de la otra parte, o sea, de la condición para que esto suceda. Dios desde el principio sabía que este joven no moriría esa noche y que cambiaría su destino por medio de la sadaqah, pero solo informó de la primera parte a fin de que la gente comprenda la importancia y el valor que tiene el hecho de dar sadaqah. Dar sadaqah no solo elimina la necesidad de los indigentes, sino que en realidad por medio de la sadaqah alejamos las desgracias de nosotros mismos. Si no hubiera habido tales salidas para alejar las desgracias, habríamos sido nosotros y no los indigentes los que habríamos realmente estado en problemas y necesitados.
Si no hubiera badâ, no tendrían sentido, la caridad, la súplica, la intercesión, el llanto y el gran temor y obediencia de los profetas y cercanos a Dios, desde que ellos no desobedecían a Al·lâh en absoluto. Su súplica y temor no eran en vano, sino que se relacionaban a un tipo de información y conocimiento oculto del cual nadie estaba informado.
Por otra parte, la Shî‘ah considera que la abrogación o “nasj” de algunas normas de la Sharî’ah, lo cual es aceptado por todos los musulmanes, también tiene lugar a título de badâ. Sabemos que hubo muchas normas que el Profeta (s.a.w.) estableció y que al principio todos los musulmanes pensaron que siempre sería así y que la primera norma no iba a ser cambiada; sin embargo, tras un tiempo el Profeta las derogó o cambió por otras normas. Por ejemplo está el suceso del cambio de qiblah, que al principio era hacia Jerusalén pero que después cambió. Dios desde el principio sabía que la qiblah eterna de los musulmanes sería la Ka’bah en La Meca, no Jerusalén. Esto tiene una razón de ser que para nosotros está oculta, lo mismo que el badâ.
Por lo tanto la creencia en el badâ es una creencia islámica categórica, y en realidad, todas las escuelas islámicas creen en esto sin importar el nombre que le den y si se usa o no la palabra badâ para referirse a ello.
Por último, es necesario que tengamos en cuenta dos puntos para saber por qué en las narraciones de los Inmaculados (a.s.) fue utilizada la palabra badâ con relación a Dios.
Primero: que fue el mismo Profeta (s.a.w.) quien utilizó este término con relación a Dios. Narró Al-Bujârî en su Sahîh que el Profeta, con relación a tres personas aquejadas de enfermedad: un leproso, un sarnoso y un ciego, dijo:
« بدا لله عزَّ وجلّ أن يَبْتَلِيهُمْ... »
“A Dios, Majestuoso e Imponente, se le manifestó (badâ lil·lâh) querer probarles (o afligirles)”.
Tras ello menciona el pasado de estas personas en forma detallada y explica cómo dos de ellos fueron privados de su salud a causa de haber sido desagradecidos de las mercedes de Dios, por lo que fueron afligidos con las mismas enfermedades con las que fueron afligidos sus antecesores.[8]
Segundo: Esta forma de utilización de un término se denomina mushâkalah (asemejar un término a la forma de hablar del interlocutor), y consiste en hablar en el mismo lenguaje que utiliza la gente común, de manera que razonen y comprendan el tema. Es habitual en el uso consuetudinario del lenguaje de los árabes decir: “badâ lî” (“se me manifiesta”) si alguien cambia de opinión o de una decisión que antes ya había tomado.
Los Imames (a.s.) hablaban en el mismo lenguaje de la gente de manera que pudieran hacer comprender a sus interlocutores, y por ello a veces utilizaron términos como éste con relación a Al·lâh, Subhânahu ua Ta‘âla.





[1] La Doctrina del Islam Shî‘ah, de Aiatul·lâh Ya‘far Subhânî, p. 339 (ed. en español).
[2] Bihâr al-Anwâr, t. 4, p. 111.
[3] Sura al-Mâ’idah; 5: 64.
[4] Sura ar-Rahmân; 55: 29.
[5] Sura ar-Ra‘d; 13: 39.
[6] Sura ar-Ra‘d; 13: 11.
[7] Ad-Durr al-Manzûr, t. 4, p. 66.
[8] Sahîh Al-Bujârî, t. 4, p. 172, h. nº 3205.

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