domingo, 5 de agosto de 2012

Una Vistazo General a Nahy-ul Balâghah




Este valioso libro contiene una serie de discursos y palabras del Imam ‘Alî Ibn Abî Tâlîb (P), que compiló de una excelente manera, en el año 400 HL / 1009 DC, alrededor de mil años atrás, el ‘Al·lamah Ash-Sharîf Ar-Radî -que Dios esté complacido de él- (359-406 HL/ 970-1015 DC), quien fue un gran sabio shiíta.
Él dispuso el libro en tres capítulos que se distribuyen de la siguiente manera:
Capítulo primero: Contiene algunos discursos (jutab) que el Imam (P) ofreció, y que llegan a contar doscientos treinta y nueve discursos.
Capítulo segundo: Es conformado por las cartas (kutub o rasâ’il) que el Imam (P) envió a sus amigos, enemigos, jefes militares, gobernadores y otros funcionarios de Estado, y que totalizan setenta y nueve cartas.
Capítulo tercero: Contiene aforismos y dichos (hikam) destacables llenos de sabiduría, que también se hicieron famosos bajo el título de Qisâr al-Hikam (Breves máximas de Sabiduría) y que suman cuatrocientas ochenta.
Debido a su eminencia en la sagrada literatura islámica el libro fue llamado ajul qur’ân (el hermano del Corán), en tanto que el libro As-Sahîfah Al-Kâmilah, la gran colección de súplicas del Imam ‘Alî Ibn Al-Husain (P), el nieto del Imam ‘Alî (P), recibió el llamado de ujt al-qur’ân (la hermana del Corán).
La mayoría de estos discursos, cartas y máximas, fueron pronunciados durante el período en que asumió las tareas de su califato, y es por ello que tratan de asuntos relacionados a la política, la sociedad, lo militar y otros temas de importancia para el Estado Islámico. Por eso, su estudio refleja un delicado período en el que se definía el destino de la sociedad islámica.
En tiempos antiguos, se denominaba jutab (disertaciones) a las palabras apreciables y llamativas que se decían en público; es por ello que al discursante hábil se le llamaba jatîb. La jitâbah o acto de ofrecer discursos era una forma de arte que exigía del jatîb poder intelectual así como conocimientos y visión política.
En el libro Nahy-ul Balâghah se citan las disertaciones bajo el título de “Al-Jutab” o “Al-Mujtâr min Jutab Amîr Al-Mu’minîn ‘alaîhis salâm(“Selección de las Disertaciones de Amîr Al-Mu’minîn, con él sea la Paz”). Nos es posible resumir los períodos en que el Imam ‘Alî (P) ofreció esas disertaciones de la siguiente manera:
A- El período anterior al período de su califato.
B- El período de transición del califato.
C- El período de su gobierno, que se extendió por cinco años.
Las máximas (al-hikam) del Imam (P) también se refieren a esos tres períodos; en cuanto a las cartas (ar-rasâ’il) que se reproducen en el libro, se limitan al período de su gobierno. Ellas reflejan los métodos de gobierno y administración en el Islam.

Un nombre apropiado para Nahy-ul Balâghah:

Sin lugar a dudas, los preciados temas de Nahy-ul Balâghah no se restringen a una época en particular, puesto que fueron manifestados en el período de gobierno de aquel hombre histórico y sorprendente, en momentos en que se materializa una sociedad islámica en la práctica. Debido a ello, mientras exista el género humano y la vida en sociedad, Nahy-ul Balâghah permanecerá vivo y actual, y seguirá brindando las soluciones básicas para salvar a la humanidad del extravío y la perdición.
Si bien Ash-Sharîf Ar-Radî llamó al libro “El Sendero de la Elocuencia”, eso sólo indica uno de los aspectos que contiene, y bien podría haberlo denominado de otras maneras, como: “El Sendero de la Felicidad”, “El Sendero de la Disertación”, “El Sendero de la Política”, “El Sendero de la Vida”, “El Sendero del Gobierno Islámico”, “El Sendero del Triunfo”, etc. El compilador observó las palabras del Imam ‘Alî (P) desde el aspecto literario, y es posible para los demás estudiosos observarlas desde otros aspectos, para evidenciar todas las dimensiones que abarcan las palabras del Imam (P).
El mismo Imam ‘Alî (P), partiendo de las necesidades básicas de la sociedad islámica, y de los requerimientos materiales y espirituales de las personas, menciona muchas realidades que no se limitan a una época, a una generación, o a una sociedad en particular, sino que es factible que las diferentes sociedades humanas se beneficien de ellas. Los estudiosos e investigadores están facultados en cualquier tiempo para extraer con los medios necesarios los conceptos y conocimientos de Nahy Al-Balâgah, para de esa forma satisfacer la sed de realidades que tiene la especie humana.
Hemos visto cómo a lo largo de catorce siglos los diferentes ‘ulama y estudiosos, con sus diferentes capacidades y especialidades, han aprovechado la luz que contienen las palabras del Imam ‘Alî (P).

¿Cómo fueron resguardadas y compiladas las palabras del Imam ‘Alî (P)?:

¿Cómo fueron compiladas las disertaciones del Imam (P) en aquellos primeros días, cuando no existían los modernos instrumentos electrónicos, ni existía la radio, ni la televisión, ni los periódicos? ¿Cómo fue registrado todo eso y transmitido a las generaciones subsiguientes?
Para responder a este tipo de preguntas, es necesario referirse a la historia de los pueblos y civilizaciones, y compararla con la historia de las primeras épocas del Islam. Debemos analizar la forma en que en el pasado se resguardaban las obras culturales y los medios de comunicación existentes en esos tiempos, en los cuales se aferraban al poder de memorización y a la trascripción de manuscritos, en vez de los modernos instrumentos y equipos con los que contamos hoy en día. Esa forma de preservación de las obras está comprobada con relación a la forma en que se preservó el Sagrado Corán, y asimismo Nahy Al-Balâgah.
En el período que precedió al gobierno del Imam (P), sus hijos, algunos de sus compañeros y un grupo de personas, se dedicaron a registrar sus preciadas palabras y resguardarlas. En cuanto al período de su gobierno que duró cinco años, proliferaron los medios para ello, puesto que:
1- Existían seis mil compañeros del Imam (P) que, en cualquier lugar en que se encontraban, procedían a escuchar sus hadices y propagarlos por la comunidad de aquella época.
2- Un grupo de “escribas”, como Al-Hâriz Al-A‘war, se disponía especialmente para registrar las palabras del Imam (P).
3- Había un grupo especial de Huffazh (memorizadores) que se ocupaban de transmitir sus palabras cuando las dirigía a la gente en general, haciendo las veces de los actuales instrumentos de grabación.
4- Todas las cartas del Imam (P) se resguardaban en la sede del califato y en las de los diferentes gobernadores y funcionarios. Incluso las cartas que el Imam (P) envió a sus enemigos como Mu‘awiah y ‘Amr Ibn Al-‘Âs fueron guardadas por éstos.
5- Algunos alumnos del Imam (P) como Zaid Ibn ‘Wahab y otros, escribieron un gran número de sus disertaciones en su tiempo y las dispusieron en la forma de un libro que distribuyeron entre la gente bajo el título de Jutab Amîr Al-Mu’minîn (“Las Disertaciones del Príncipe de los Creyentes”). Eso implica la compilación de las palabras del Imam (P) cientos de años antes de que Ash-Sharîf Ar-Radî procediera a hacerlo.
El Imam ‘Alî Ibn Abî Tâlib (P) posee cientos de disertaciones, decenas de cartas y miles de máximas de sabiduría, y es lamentable que nos haya llegado tan sólo una pequeña parte de esas valiosas indicaciones, y que el grueso de ellas se haya destruido o perdido en las guerras acaecidas entre los musulmanes, y a causa de las conspiraciones de los poderes colonizantes, o mediante la quema de libros realizada por éstos y por las hordas fanáticas pertenecientes a algunas sectas ignorantes. De esa manera se perdieron muchos manuscritos islámicos, quedando sólo el lamento por ello en nuestro corazón.
El famoso historiador Al-Mas‘ûdî, quien vivió cien años antes de Ash-Sharîf Ar-Radî, escribió que la gente preservó cuatrocientas ochenta disertaciones del Imam ‘Alî (P).

Los problemas con los que se enfrentó la recopilación de las palabras del Imam ‘Alî (P):

La primera pregunta que surge en la mente de todo estudioso es: si las palabras del Imam ‘Alî (P) tenían tal importancia, entonces ¿por qué la comunidad islámica no se propuso compilarlas antes de Ash-Sharîf Ar-Radî? ¿Por qué la gente permaneció cuatro siglos privada de la bendición de un libro como Nahy Al-Balâgah, de forma que sólo accedían a algunas indicaciones del Imam (P) luego de muchos problemas y esfuerzos?
¿Cuál fue la causa de ello? ¿Y a dónde debemos buscar las raíces de esa deficiencia e incapacidad?
Un breve estudio del triste y sangriento período histórico que duró cuatro siglos después del martirio del Imam (P), -o sea hasta el año cuatrocientos de la hégira lunar-, puede hasta cierto punto aclarar la respuesta a ello, ya que los shi‘as y los seguidores de Ahl-ul Bait (P) se enfrentaron durante ese tiempo a muchos problemas y dificultades. Se sintieron impotentes de exponer con libertad el legado del Imam ‘Alî (P) y es por ello que se vieron obligados a tomar ciertas posturas al respecto. Entre esos procederes están los siguientes:
1- Los shiítas ocultaban los libros y narraciones del Imam ‘Alî (P).
2- En muchas ocasiones enterraban los manuscritos al respecto.
3- Los shiítas no se atrevían a hablar de esos asuntos.
4- Muchos de aquellos que memorizaron las palabras del Imam (P) las negaban.
5- Los mismos ‘ulama de la shi‘ah ocultaban esos asuntos para proteger sus vidas.
Pero en el siglo cuarto de la hégira se produjeron grandes e importantes cambios en las regiones islámicas, hallándose los shiítas en una nueva situación política. Llegaron al poder en diversas zonas, dándose así las condiciones para realizar obras como Nahy Al-Balâgah.
Así, el éxito de la labor del As-Sharîf Ar-Radî se debe a muchos factores, todos los cuales vuelven a los cambios en la situación política y cultural que se produjo en el siglo IV.
Ash-Sharîf Ar-Radî nació en 359 H.L. y terminó de compilar Nahy Al-Balâgah en el año 400 H.L. Para familiarizarnos con las condiciones de ese entonces, debemos echar luz sobre cuáles fueron los cambios mencionados:
1- Cambió la situación social y política de la shi‘ah y poco a poco pudieron apoyarse en sí mismos.
2- Los ‘ulama de la shi‘ah se hicieron de la jefatura religiosa en los asuntos de la gente, de una manera sin precedentes.
3- Comenzó un amplio movimiento para fundar escuelas religiosas.
4- Se reunieron en las escuelas religiosas shiítas gran cantidad de sabios provenientes de las diferentes regiones islámicas y asumieron la responsabilidad de enseñar y educar a los estudiantes de ciencias islámicas.
5- El siglo IV H.L. se convirtió en el siglo de la composición, compilación y traducción de obras sobre el Islam.
6- Los shiítas se hicieron con el poder en diversas regiones, mientras que en otras llegaron a tener una importante y activa presencia en los aparatos gubernamentales.

Una necesaria introducción:

Una de las características de esta época de ateísmo, es que se duda de todo, especialmente en lo relacionado a la religión y a lo que está más allá del mundo material. Esa duda incluso alcanza a lo que es obvio para cualquier persona en su sano juicio. Se duda de la existencia de Adán y Eva, Hud, Sâlih, Jacob, José, e incluso del propio Jesús, hijo de María, con todos ellos sea la Paz, llegando a considerárseles como parte de fábulas y mitos, pero se acepta con facilidad cualquier teoría seglar y profana.
Así nos encontramos ante un fanatismo materialista, cuya influencia sobre los musulmanes los hace llegar a dudar de la genuina atribución de Nahy Al-Balâgah al Imam ‘Alî (P).  Se llegó a decir que el real autor de esas palabras fue el Saied Al-Murtada (gran sabio del Islam, hermano de Ash-Sharîf Ar-Radî). Otros insinuaron que el autor fue el mismo Saied Ar-Radî y que luego de escribirlo lo atribuyó a su ancestro el Imam ‘Alî (P) para engrandecer su persona, siendo que la totalidad de los sabios del Islam y los más entendidos en cuestiones literarias reconocen que sin lugar a dudas el Imam ‘Alî (P) se encontraba entre los más elocuentes de los árabes y que su oratoria no era menor a su valentía y devoción.
Muhammad Muhiuddîn ‘Abdul Hamid -de entre los ‘ulama (sabios) de Egipto- en su presentación del comentario de Nahy Al-Balâgah realizado por el Shaij Muhammad ‘Abduh, dice lo siguiente:
“No hay ninguna duda para ningún literato de la época ni para aquellos que les precedieron, que la mayoría de lo registrado en Nahy Al-Balâgah son palabras de Amîr Al-Mu’minîn (P).”
Así es; y tampoco hay dudas de que lo que contiene el libro sigue el estilo conocido de Amîr Al-Mu’minîn (P), y que acorde a lo que han establecido los literatos y sabios, esas palabras siguen la misma modalidad de aquellas cuya atribución a él esta certificada, si bien algunos autores contemporáneos tienden a decir que las disertaciones y cartas del libro no han surgido de nadie más que de Ash-Sharîf Ar-Radî, que fue quien lo compiló, y sostienen que él lo atribuyó al Imam (P). Éstos, al sostener eso, siguen los pasos de cierto personaje que vivió poco después del Saied Ar-Radî y que fue el primero en plantear esa duda sobre el libro y mencionar que “se sostiene como lejana la posibilidad de que el Imam ‘Alî (P) fuera el autor de esas palabras”. Esa persona fue el qadi Ibn Jalakân (608-681 HL/ 1211-1282 DC), luego del cual le siguieron otros como As-Safdi, quienes permitieron que esa duda se propagara.

Las cuestiones más importantes por las que algunos literatos contemporáneos llegan a sostener que el compilador fue en realidad el verdadero autor, se resumen a las cuatro siguientes:
1- En el libro se presenta a los compañeros del Profeta (BP) de una forma que no es acorde a una persona como el Imam ‘Alî (P) puesto que incluye afrentas contra Mu‘awiiah, Talhah, Az-Zubair, ‘Amr ibn Al-‘Âs y otros que les secundaron y defendieron su política.
2- Contiene say‘ (prosa rimada) y tanmiq lafzhi (embellecimiento del estilo expresivo) y rastros de san‘ah (patrones de poesía) que no son acordes a la época de ‘Alî (P) y que éste no las conocía, ya que eso se introdujo en al árabe después de la época pre-islámica (yahiliîah) y en la de los albores del Islam, al ser los literatos de la época abbasida quienes impulsaban esto, y Ash-Sharîf Ar-Radî llegó luego de ello y elaboró el libro basándose en sus métodos.
3- Contiene una precisa adjetivación y asimilación de los adjetivos al sustantivo, así como utilización de procedimientos de lógica y precisión extrema, como la efectuada sobre las características del murciélago, el pavo real, la hormiga y otras cosas semejantes de las que los sabios de las primeras épocas del Islam no tenían conocimiento, sino que llegaron a familiarizarse con ello después de haberse traducido al árabe los libros de los sabios de Grecia y Persia. Dentro de esta crítica se encuadra el uso de acepciones específicas como aquéllas en las que se utiliza el "dónde" y el "cómo" en su acepción ontológica. Asimismo la utilización de clasificaciones como cuando dice que “el istigfar (procura de perdón) tiene siete significados”.
4- De las expresiones del libro se percibe una invocación de conocer el gaib (cuestiones relacionadas a lo oculto y al futuro), y lejos está esa pretensión de la grandeza de un compañero como ‘Alî (P).
Luego Ibn Jalakân dice: “Nosotros no somos -Dios lo sabe- de entre aquellos que consideran a estas causas, ya sea en conjunto o por separado, como pruebas o cuasi-pruebas de lo que sostienen esas personas”. Luego responde de su parte mediante respuestas que resuelven la raíz del problema y demuestra la invalidez de las mismas.
Ante todo debemos saber que: en primer lugar Ibn Jalakân no menciona a ninguna persona conocida o no, a la que se atribuya tal duda respecto a la autoría de Nahy Al-Balâgah, sino que al tratar la biografía del Seied Al-Murtada dice: “Se dice que el libro Nahy Al-Balâgah no contiene palabras del Imam ‘Alî Ibn Abî Tâlib (P), sino que quien lo escribió y atribuyó al mismo fue el que dice haberlo compilado...”.
No es aventurado pensar que lo que menciona como “se dice” sea en realidad de su invención, y que el hecho de no atribuírselo a sí mismo fuera para aumentar la duda que pudiese causar. En cualquier caso, al ser pala­bras imprecisas, no presentan valor para los estu­diosos.
En cuanto a las causas mencio­nadas por Muhammad Muhiuddîn, podemos decir que la forma en que el Imam ‘Alî (P) se expresa respecto a Mu‘awiiah, Ibn Al-‘As, Talhah y Az-Zubair, como lo encontramos en Nahy Al-Balâgah, se cuenta entre las pruebas de la tenacidad de ‘Alî (P), su buen juicio y su circunspec­ción de los sucesos y de los que realizaban innovacio­nes, ya que si hubiera sido otro en lugar de ‘Alî (P), hubiera traído lo que hubiera hecho er­guirse a las montañas. No se puede decir que la totalidad de aquellos que fueron contemporá­neos al Profeta (BP), le vieron, y que son llamados Compañeros, fueron virtuosos, sino que única­mente reconocemos la virtuosi­dad de quien creyó en el Profeta (BP) con toda convicción, le tomó como ejemplo en las dificultades y adquirió de su conocimiento. En cuanto a quien le acompañó pero no se imbuyó de su moral, no le imitó en su conducta, ni fue influenciado por su prédica, ese es el que está alejado de la miseri­cordia de Dios.
En cuanto a la forma en que se expresa el Imam ‘Alî (P) sobre ellos, podemos decir que Dios mismo dispuso la tradición de maldecir a quien aleja de Su camino y desvía a la gente del mismo cuando dice:
«La maldición de Dios sea sobre los inicuos que alejan del camino de Dios...»
(Al-A‘raf; 7:43-44)
«Aquellos que quebrantan la promesa de Dios luego del pacto y rompen los lazos que Dios ordenó fueran unidos, y corrompen en la tierra... Esos tendrán la maldición de Dios y tendrán una pésima morada»
(Ar-Ra‘d; 13:27)
Así como éstas, hay muchas otras aleyas con el mismo contenido, y los anteriormente mencionados perpetraron crímenes y pecados donde los menos graves consistieron en alejar a la gente del camino de Dios, romper las filas de los musulmanes, quebrantar los juramentos luego de haberlos pactado, cortar los vínculos que Dios ordenó unir, corromper en la Tierra, sembrar la sedición y la discordia, y transgredir los derechos del gobernante justo.
En cuanto a las huellas de say‘ (prosa rimada), yinas (asonancia) y otros empleos de la ciencia de la retórica, podemos decir que todo ello se aplicó en el Corán y en la Tradición del Profeta (BP), puesto que en estos dos se encuentran todos los modos literarios. Prueba de esto es que raro es el caso en que no se utilice un ejemplo tomado del Corán, la Tradición del Profeta (BP) o las poesías de la época pre-islámica, para describir un modo literario. Qué decir de que lo aplicara ‘Alî (P), el alumno de Muhammad (BP), el egresado de la escuela del Corán, el hijo de los elocuentes y de la elocuencia, acostumbrado desde su niñez a escuchar las palabras del Corán y del Profeta (BP).
Lo mismo se puede decir respecto a los precisos usos de los calificativos y la clara clasificación de los mismos, puesto que el Corán y la Tradición están colmados de dichos ejemplos.
En cuanto a lo que se percibe que el Imam (P) tenía conocimiento de lo oculto, nos es suficiente con mencionar lo que se transmite como confiable por todas las tendencias islámicas sobre que “‘Alî es la puerta de la ciudad del conocimiento del Profeta (BP)”, el depositario de sus secretos, porque podemos alegar que ello no era “conocimiento de lo oculto”, sino conocimiento adquirido de aquél que tenía acceso a lo oculto.

Reconocimientos:

‘Alî (P) es la única persona después del Mensajero de Dios (BP) por quien las personas se preocuparon por registrar fielmente sus palabras. Dice el renombrado sabio sunnita Ibn Abî Al-Hadîd, narrando del famoso escritor ‘Abdul Hamîd[1]: “He memorizado setenta disertaciones de ‘Alî (P) y luego de eso mi mente entró en ebullición.”
‘Alî Al-Yundî también narró que le preguntó a ‘Abdul Hamîd lo siguiente: “¿Qué fue lo que te hizo alcanzar ese nivel de elocuencia?” Respondió: “Memorizar las palabras del Asla[2]”.
‘Abdurrahim Ibn Nubâtah, fue un disertante ejemplar entre los árabes de la época islámica. Él reconoció que tomó de ‘Alî (P) su capital y estilo literario. Ibn Abî Al-Hadîd narró de esta persona que dijo: “He memorizado cien apartados de las palabras de ‘Alî (P); las retengo y son para mí como un tesoro interminable”.
Yahidz, el literato sunnita, famoso orador y lingüista, que fue una de las luminarais de la literatura árabe que vivió a principios del siglo tercero de la Hégira, y cuyo libro Al-Baiân wat-Tabîîn, conforma uno de los cuatro pilares de la literatura[3], manifiesta repetidamente en su libro su asombro y admiración por las palabras de ‘Alî (P).
De sus palabras se desprende que en esa misma época muchas palabras del Imam ‘Alî (P) circulaban entre la gente.
En el primer tomo de Al-Baiân wat-Tabîîn cita la opinión y creencia de personas que elogiaban la discreción y el silencio y reprobaban el hecho de hablar mucho. Dice Yâhidz:
“Aquellas palabras en demasía que fueron reprobadas son las palabras vanas, no las beneficiosas y fructíferas; sino fuera así, también ‘Alî Ibn Abî Tâlib y ‘Abdul·lah Ibn ‘Abbâs hubieran sido de abundante hablar.”
En ese mismo tomo primero, Yâhidz cita la siguiente máxima conocida de ‘Alî (P):
“El valor de cada persona estriba en aquello en lo que es versado[4].”
A continuación dedica más de media página sólo a elogiar esa frase. Dice:
“Si en todos nuestros libros no hubiera habido más que esta frase, hubiera sido suficiente. Las mejores palabras son aquellas que son escasas, que te hacen no necesitar de muchas y cuyo sentido no se encuentra oculto en la expresión, sino que es manifiesto y claro.”
Luego agrega:
“Dios, Majestuoso e Imponente, ha investido a esa expresión de un manto de grandeza y la ha cubierto mediante la luz de la sapiencia en una medida proporcionada a la pura intención y piedad de aquel que la pronunció...”.
En ese mismo libro, Yâhidz trata hasta cierto punto sobre los discursos de Sa‘sabah Ibn Sawhân[5], y dice:
“El mejor indicio de su capacidad de alocución es el hecho que el mismo ‘Alî (P) a veces permanecía sentado y le pedía a él que pronunciara un discurso.”
El mu‘tazilita Ibn Abî Al-Hadîd, se cuenta entre los sabios sunnitas del siglo VII de la Hégira. Fue un literato experto y un versado poeta, y se encontraba deslumbrado por las palabras del Imam (P). A lo largo de su famoso comentario a Nahy-ul Balâgah manifiesta su fascinación por él. En la introducción de su libro dice:
“Si bien las palabras de ‘Alî están  por debajo de las del Creador, se encuentran por encima de las de las criaturas. La gente aprendió de él el arte de la disertación y de la escritura. Es suficiente para corroborar ello el hecho de que no se haya transmitido ni una décima parte de ninguno de los demás compañeros del Gran Mensajero (BP), es más, ni una veinteava parte de lo que la gente ha registrado y acumulado de ‘Alî (P)”.
En el cuarto tomo de su libro, Ibn Abî Al-Hadîd comenta la carta del Imam (P) dirigida a ‘Abdul·lah Ibn ‘Abbâs luego de que el ejército de Mu‘awiah ocupara Egipto y martirizaran al gobernador Muhammad Ibn Abî Bakr. El Imam ‘Alî (P) informa de ese desastre enviando esa carta a Basora. En su comentario a la misma, dice Ibn Abî Al-Hadîd:


“¡Observa esa elocuencia! ¡Observa cómo le concedió las bridas a este hombre y le confió sus riendas! Contempla ese orden increíble de las expresiones, que se presentan una detrás de otra y se disponen a su servicio; son como manantiales que brotan de la tierra por sí solos y sin dificultad. ¡Glorificado Sea Dios! Un joven de entre los árabes crece en una ciudad como La Meca, no se topa con ningún filósofo, pero sus palabras en filosofía teórica son más elevadas que las de Platón y Aristóteles; no se relaciona con gentes de la filosofía práctica, pero en ese sentido fue mucho más allá que Sócrates; no es educado entre valientes e intrépidos, ya que las gentes de La Meca eran comerciantes y no hombres de batalla, pero llega a ser el más valiente de entre los humanos que haya puesto los pies sobre la tierra.”



[1] ‘Abdul Hamîd fue el escriba de Marwân Ibn Muhammad, el último califa omeya. Fue maestro de Ibn Muqaffa‘, el famoso sabio y escritor. A su respecto fue dicho: “El arte de escribir comenzó con ‘Abdul Hamîd y concluyó con Ibn Al-‘Amîd (el ministro de la dinastía de Aâl Buwaih). Vivió a principios del segundo siglo de la Hégira.
[2] Asla‘ significa “aquel al que se le ha caído el cabello de la parte delantera de la cabeza”. A pesar de que ‘Abdul Hamîd en la práctica reconocía las virtudes y perfección de ‘Alî (P), por encontrarse vinculado al régimen omeya nombraba al Imam en forma sarcástica.
[3] Los otros tres “pilares” son: Adâb Al-Kâtib de Ibn Qutaîbah, Al-Kâmil de Al-Mubarrad, y An-Nawâdir de Abû ‘Alî Qalî. (Citado en Muqaddamat Al-Baiân wat-Tabîîn, refiriéndolo a la Muqaddimah de Ibn Jaldûn).
[4] Nahyul Balâgah, máxima 81.
[5] Fue uno de los grandes compañeros de Amîr Al-Mu’minîn ‘Alî (P) y un famoso disertante. Cuando el Imam asumió como Califa luego de ‘Uzmân, pronunció el siguiente discurso dirigiéndose a ‘Alî (P): “Has ornamentado el califato, siendo que el mismo no te proporciona ornamento alguno, lo has elevado mientras que él no te ha elevado a ti sino que al contrario, el mismo es el que más te necesita”. Sa‘sabah fue una de las contadas personas que en la noche de la muerte del Imam ‘Alî (P) participó del acompañamiento de su cuerpo y de la ceremonia de su entierro en medio de la noche. Luego de haber sido enterrado el Imam (P), Sa‘sabah se ubicó al costado de la tumba de ‘Alî (P), puso una mano sobre su corazón destrozado y con la otra mano levantaba puñados de tierra y se los echaba sobre la cabeza, pronunciando palabras estremecedoras ante la familia de ‘Alî (P) y sus especiales compañeros. El fallecido sabio Al-Maylisî, cita esas palabras en el tomo noveno de su Al-Bihâr, en el capítulo: “El martirio de Amîr Al-Mu’minîn (P)”.

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