martes, 15 de mayo de 2012

Perspectiva del mundo antes del Advenimiento del Mahdî (a.ÿ.) (II): Los gobiernos de la época

Un panorama sobre El Gobierno del Mahdî (a.ÿ.)
Por Naÿmuddîn Tabasî
Traducido del persa por: Sumeia Younes .Asamblea Mundial de Ahl-ul Bait (a.s.)

Primera Sección


Perspectiva del mundo antes del Advenimiento del Mahdî (a.ÿ.)

Primer Capítulo: El Gobierno.

A) Despotismo de los gobiernos.

B) Composición de los gobiernos.

C) Influencia de las mujeres en los gobiernos.

D) El gobierno de los niños.

E) Inestabilidad de los gobiernos.

F) Incapacidad de los poderes gobernantes para administrar los países.


Un panorama sobre
El Gobierno del Mahdî (a.ÿ.)


La región de Shûsh Dâniâl[1] acababa de ser liberada de las garras de los profanos baazistas y la gente poco a poco regresaba a la ciudad. En esa oportunidad, yo, que había tenido el honor de hallarme junto a un grupo de los apreciados combatientes, impartía clases sobre el Imam de la Época -que Al·lâh apresure su Manifestación- en la Mezquita Principal (Masÿid Ÿâmi‘) de aquella ciudad histórica, basándome en el libro Bihâr al-Anwâr, de ‘Al·lâmah Al-Maÿlisî.
En ese entonces me percaté de que aún cuando se habían tratado diversas temáticas sobre el Imam Al-Mahdî (a.ÿ.) como el secreto de su larga vida, la razón de su ocultación, los factores de la Manifestación, etc., no se habían realizado investigaciones y estudios apropiados sobre la forma en que se llevará a cabo el Levantamiento, y el sistema y método de gobierno del Mahdî. Por ello me propuse investigar en este terreno, quizás así podría encontrar respuestas para las preguntas que más o menos se plantea la mayoría de la gente.
Uno de los interrogantes que más ocupa la mente de las personas es, ¿cómo suprimirá el Imam (a.ÿ.) los diferentes regimenes políticos -poseedores de pensamientos y poderíos diferentes- para conformar un único régimen mundial?
¿Cómo será ese sistema y programa de gobierno del Mahdî por medio del cual se erradicará la opresión y la injusticia del mundo, y ya no habrá corrupción ni hambre?
Esta idea me llevó cuatro años de investigación y estudio en el tema en cuestión, y el resultado, es este libro que tienen ante ustedes.
En la primera sección de esta obra se analiza la situación del mundo antes de la Manifestación del Imam (a.ÿ.) -el cual estará repleto de guerras, matanzas, destrucción, sequías, muerte, enfermedades, opresión, injusticia, inseguridad y trasgresión-, y se concluye que la gente en ese entonces estará desesperanzada de las diferentes doctrinas, escuelas de pensamiento y gobiernos -cada uno de los cuales alegará observar los derechos humanos y bogar por la felicidad y salvación del ser humano-; la gente no tendrá esperanza de que la caótica situación del mundo mejore, y estará a la espera de un Reformador que sea su salvador.
La segunda sección del libro trata sobre la forma del Levantamiento y Revolución mundial de Hadrat Al-Mahdî (a.ÿ.), un movimiento que comenzará junto a la Ka‘bah, anunciado por el Mahdî. Sus verdaderos compañeros y seguidores se le unirán desde todo el orbe. Se conformará el Cuartel General de Comandancia; los ejércitos se organizarán y los comandantes serán designados, comenzando las operaciones a un vasto nivel.
El Imam Al-Mahdî (a.ÿ.) se manifestará y se ocupará de desarraigar la opresión y la injusticia de la sociedad, lo cual no estará limitado a los territorios del Hiÿâz, Oriente Medio y Asia, sino que tendrá la amplitud de todo el planeta Tierra.
Reformar tal sociedad, repleta de opresión e injusticia, será una tarea bastante difícil, y el que alegue poder hacer ello -en realidad- estará alegando la realización de un gran milagro, el cual efectivamente será concretado por él.
La tercera sección del libro hace referencia al gobierno del último Imam (a.ÿ.). Para administrar un mundo salvado de la opresión y la corrupción, y asimismo, para concretar la soberanía del Islam, él conformará un Estado fuerte y eficiente de compañeros capaces de su época y de grandes personalidades de la historia, entre los Salaf as-Sâlih (las antiguas generaciones de personas rectas), como Jesús (a.s.), Salmân al-Fârsî, Mâlik al-Ashtar, etc. Si bien no se puede ignorar el papel que éstos desempeñaron en el derrocamiento de los gobiernos tiranos, su rol principal será la construcción y reforma del mundo durante el gobierno mundial de Hadrat Al-Mahdî (a.ÿ.).
Lo que mencioné brevemente en este prefacio ha sido volcado en el presente volumen en forma detallada y documentada, tras valerme de decenas de libros -shias y sunnis- y analizar cientos de narraciones.
Espero que este libro, que esboza un panorama -si bien difuso- de la sociedad islámica tras la Manifestación del Justiciero de la Familia de Muhammad (s.a.w.), sea aceptado por el Imam de la Época (a.ÿ.) y de provecho para los musulmanes del mundo y de los que de verdad esperan al Imam Al-Mahdî (a.ÿ.), preparándolos para disponer el terreno para su Manifestación.
Pido a Dios Todopoderoso que resucite junto a los profetas e inmaculados al gran Marÿa‘ y sabio referencial de la religión, el Imam Jomeinî (r.a.) -quien nos dio una muestra en Irán del gobierno del Mahdî (a.ÿ.)-, y que otorgue el éxito a los servidores de Ahl-ul Bait y al país de Ahl-ul Bait, asistiéndoles en la protección de esta Umm al-Qurâ o “madre de ciudades” del Islam.
Seguidamente es menester señalar algunos puntos:
1. No alego haber expuesto en este libro un tema inédito, puesto que las narraciones que se encuentran en el mismo fueron compiladas por los sabios antiguos quienes en algunos casos también extrajeron algunas conclusiones; pero la particularidad con la que cuenta esta obra, es que me he esforzado, alejándome de terminologías específicas y controversias religiosas, en exponer los temas en un formato nuevo, simple y apropiado para el entendimiento del común de la gente.
2. Las conclusiones obtenidas de las narraciones y que no fueron remitidas a ninguna fuente, representan mis propias opiniones personales. Así, es posible que, con más minuciosidad y una mayor investigación y comparación de las narraciones unas con otras, se deduzcan cuestiones diferentes.
3. Asimismo, no alego que todas las narraciones en las que me basé en este libro sean correctas e incuestionables, sino que me he esforzado por transmitir lo que narradores de hadices y autores acreditados citaron en sus libros. Asimismo, a excepción de algunos casos, no se ha tratado el tema de la cadena de transmisión de las narraciones, puesto que mi propósito no era corroborarlas o negarlas. Además de que en muchos casos alcanzamos la certeza de su emisión por medio del tawâtur iÿmâlî o transmisión del sentido general de la narración mediante numerosas vías inconexas, especialmente en lo que concierne a las narraciones que han llegado a través de Ahl-ul Bait (a.s.).
4. Las narraciones que se encuentran en esta obra fueron recopiladas antes de la escritura y compilación del libro Mu‘ÿam Ahâdîz al-Imâm al-Mahdî (a.ÿ.).[2] Así, remito a quienes deseen investigar más en este terreno, al mencionado libro que, gracias a Dios, pude compilar, escribir y publicar después del presente volumen.
5. En muchas narraciones los vocablos As-Sâ‘ah (la Hora) y Al-Qiâmah (el Día del Juicio), fueron interpretados como “la Manifestación de Hadrat Al-Mahdî (a.ÿ.)”. A ello se debe que las narraciones transmitidas bajo el tema de las condiciones o señales de la Hora (As-Sâ‘ah) y del Día del Juicio (Al-Qiâmah), hayan sido citadas en este libro bajo el título de “las señales de la Manifestación”.
6. Si bien he tratado de esclarecerlos, hay algunos temas de este libro que necesitan de una mayor investigación. Espero, con la ayuda y asistencia divina, llegar a publicar futuras ediciones más investigadas.

Por último, y aplicando la pauta de “man lâ iashkur al-majlûq lam iashkur al-jâliq” (“Quien no agradece a las criaturas no agradece al Creador”), es necesario que exprese mis agradecimientos y gratitud a mis hermanos y amigos, especialmente a mis dos honorables hermanos, Huÿaÿ al-Islâm Muhammad Ÿawuâd y Muhammad Ÿa‘far Tabasî, por sus orientaciones, y a Huÿaÿ al-Islâm ‘Alî Rafi‘î y Saîid Muhammad Husainî Shâhrûdî, por transcribir y ordenar los temas del libro.-

Naÿmuddîn Tabasî
Qom – 1994







Cuando nos encontramos en la luz, es cuando menos conscientes estamos de su valor, y es al encontrarnos en las tinieblas y la oscuridad que nos percatamos de su real valía.
Solemos prestar muy poca atención al sol que ilumina el mundo brillando en el firmamento, pero cuando se dispone detrás de las nubes, y por un tiempo priva de su luz y calor a los seres vivientes, he ahí que nos volvemos conscientes de su valor.
Sentiremos la necesidad de la Manifestación del sol de la Wilâiah o Potestad del Imam (a.ÿ.), cuando nos informemos de las circunstancias y situaciones caóticas que reinarán antes de su advenimiento, y percibamos las difíciles condiciones anímicas de tal época.
Lo que veremos a continuación, es un esbozo general de las condiciones de esa época -inferido de las narraciones-:
Previo al Advenimiento del Imam de la Época -que Al·lâh apresure su Manifestación- la sedición, los disturbios, el caos, el desconcierto, la anarquía, la inseguridad, la opresión, la tiranía, las desigualdades, la extorsión, las muertes y asesinatos y las transgresiones, abarcarán todos los sitios de la Tierra, llenándose ésta de opresión e injusticia.
Comenzarán guerras sangrientas entre las naciones y países del mundo, y la Tierra estará atiborrada de muertos. Los asesinatos injustos serán tantos que no se encontrará ninguna casa o familia que no haya perdido a uno o más de sus seres queridos. Hombres y jóvenes morirán por efecto de las guerras, al punto que, de cada tres personas, dos serán matadas.
La seguridad económica y física de las naciones se perderá; los caminos y rutas se volverán inseguros; el miedo, el horror y la aprensión abarcarán a la humanidad, y las muertes prematuras y repentinas se incrementarán. Inocentes niños serán asesinados mediante las peores torturas a manos de gobernantes opresores; mujeres embarazadas serán violadas en las calles y arterias públicas; las enfermedades contagiosas y mortales se expandirán -quizás por efecto de la putrefacción de los cadáveres de los asesinados, o por el uso de armas biológicas y químicas-. La carencia de artículos alimenticios, el encarecimiento de los productos, y la sequía, paralizarán la vida de la gente, y la tierra se negará a aceptar la semilla y a permitir su crecimiento y florecimiento. Las lluvias cesarán o caerán a destiempo ocasionando perjuicios. A causa de la sequía la vida se volverá tan dura, que para obtener su sustento vital algunas personas entregarán a sus mujeres e hijas a cambio de un poco de comida.
Bajo tales difíciles circunstancias, la desesperanza se adueñará del ser humano y la muerte será considerada como el mejor regalo divino a los hombres, y el único deseo de la gente será que la vida llegue a su fin. En esa época, cuando alguien pase entre los cadáveres de los asesinados y al lado de los cementerios, deseará que ojalá él también se hubiese contado entre ellos para aliviarse de una vida humillante.
En esos días no existirá ningún poder, organización o institución que pueda controlar todo ese caos, violaciones y matanzas, y castigar a los opresores y poderosos por sus ignominiosos actos. No se escuchará ningún grito que clame por la salvación de las personas. Todos los que aleguen bogar por la salvación de la humanidad, resultarán ser traidores y mentirosos, y los hombres sólo quedarán a la espera de la Manifestación de un Restaurador divino y un milagro celestial.
En ese momento, cuando la desesperanza haya ya abarcado a todos, tras años de ocultación y espera, el Favor y la Misericordia divina harán manifestarse al Mahdî Prometido para salvar a la humanidad, y una albricia celestial llegará a oídos de todo el mundo, anunciando que: “¡Oh gentes del mundo! Los tiempos del gobierno de los tiranos han llegado a su fin, y ha llegdo el momento del gobierno de la Justicia Divina. ¡El Mahdî se ha manifestado!”. Este grito celestial insuflará el espíritu de la esperanza en los cuerpos abatidos de los hombres, trayendo el augurio de la liberación a los desposeídos y oprimidos.
Sí; es vislumbrando este contexto que se puede comprender la imperiosa necesidad de la Manifestación del Restaurador divino y la importancia y valor del gobierno justiciero del Mahdî -que Al·lâh apresure su Manifestación-.
Seguidamente analizaremos las circunstancias caóticas que acaecerán antes del Advenimiento del Imam (a.ÿ.) en cinco capítulos, desde el punto de vista de los hadices o narraciones transmitidas del Profeta del Islam (s.a.w.) y de los Purificados Imames de Ahl-ul Bait (a.s.).


Primer Capítulo

El Gobierno

Los preceptos de las religiones y doctrinas se cumplimentan en la sociedad sólo cuando un gobierno las respalda, de aquí que todo grupo busque llegar al gobierno para poder consumar sus propios objetivos. El Islam -que es la religión celestial superior- también persigue conformar un gobierno islámico, y considera el hecho de establecer y proteger al gobierno de la verdad como una de sus más grandes obligaciones.
El Noble Profeta del Islam (s.a.w.) consagró todo su esfuerzo en conformar el Estado islámico y se dedicó a sentar las bases del mismo en la ciudad de Medina. Tras su fallecimiento -aún cuando los Imames Inmaculados (a.s.) y los sabios deseaban conformar el gobierno islámico- excepto en contados casos los regímenes que le siguieron no tuvieron un carácter divino, y hasta el Advenimiento de Hadrat Al-Mahdî (a.ÿ.) la mayoría de los gobiernos seguirán cimentados en lo falso.
En las narraciones que nos llegaron del Profeta (s.a.w.) y de los Imames (a.s.) se ha esbozado un panorama general de los gobiernos antes del Levantamiento del Mahdî (a.ÿ.). Seguidamente hacemos referencia a algunos de esos casos:

A) Despotismo de los gobiernos

Uno de los asuntos por los que la sociedad humana padecerá antes de la Manifestación del Imam (a.s.) será la tiranía y la opresión de las que será objeto la gente por parte de los gobiernos. El Enviado de Dios (s.a.w.) dijo al respecto: La Tierra se llenará de opresión e injusticia, al punto que en cada casa entrará el miedo y la guerra”.[3]
Dijo Hadrat ‘Alî (a.s.): La Tierra se llenará de opresión e injusticia, al punto que el miedo y la aflicción entrarán en cada casa”.[4]
Dijo el Imam Al-Bâqir (a.s.): “El Qâ’im (lit.: “el que se levanta”, esto es, el Mahdî) no se manifestará sino en una época repleta de horror y pánico”.[5]
Este horror y miedo es algo que generalmente se origina de los gobiernos de dirigentes opresores y autoritarios del mundo, porque antes de la Manifestación del Imam, los opresores gobernarán en el mismo.
Dijo el Imam Al-Bâqir (a.s.): “El Mahdî (a.ÿ.) no se levantará sino hasta que se incremente en demasía el número de opresores (en cuyas manos estarán las riendas de los asuntos)”.[6]
Dijo Ibn ‘Umar: “El hombre honorable, poseedor de riquezas e hijos (al final de los tiempos) deseará la muerte por los padecimientos y contrariedades que verá de parte de los gobernantes”.[7]
Un punto digno de atención es que los seguidores del Profeta (s.a.w.) no sufrirán solo por la transgresión y ataque de los poderes foráneos, sino que también estarán presionados y sufrirán padecimientos por parte de sus propios gobiernos egoístas y despóticos, al punto que la Tierra, con toda su extensión, les resultará estrecha, y en lugar de sentirse libres, se sentirán dentro de una gran prisión.
Al respecto encontramos lo siguiente en las narraciones:
El Noble Mensajero del Islam (s.a.w.) dijo: “Al final de los tiempos le acaecerá a mi comunidad una gran desgracia -tan terrible como jamás se habrá escuchado- provocada por sus gobernantes, de tal forma que la amplitud de la Tierra les resultará estrecha y la misma estará desbordada de tanta tiranía y opresión, que el creyente no encontrará refugio donde ampararse para librarse de las mismas”.[8]
En algunas narraciones se menciona explícitamente que los musulmanes se verían aquejados por líderes egoístas, y se dio albricias de la aparición del Reformador general durante el gobierno de esos dirigentes tiranos. En este grupo de narraciones se habla de tres tipos de gobiernos -que llegarán al poder después del Noble Mensajero del Islam (s.a.w.)-. Estos tres gobiernos son: Califato, Emirato y Reinado, y tras ello, el gobierno de los tiranos.
Dijo el Noble Profeta (s.a.w.): “Tras de mí ostentarán el poder califas; tras los califas, emires; tras los emires, reyes, y tras ellos, tiranos y opresores; luego se manifestará un hombre de la Gente de mi Casa, que llenará la Tierra de justicia después de haber sido llenada de opresión”.[9]

B) Composición de los gobiernos

Cuando los funcionarios de los gobiernos son personas correctas y competentes la gente vive en sosiego y tranquilidad, pero cuando individuos contraproducentes gobiernan sobre la misma, es natural que a las personas se les acabe la paciencia por tanta aflicción y tormento. Esa es exactamente la situación que sobrevendrá antes de la Manifestación de Hadrat Al-Mahdî (a.ÿ.). En ese momento, los Estados estarán conformados por personas traicioneras, corruptas y opresoras.
Dijo el Noble Profeta del Islam (s.a.w.): “Llegará una época en que los gobernantes serán tiranos, los comandantes traicioneros, los jueces corruptos y los ministros opresores”.[10]

C) Influencia de las mujeres en los gobiernos

Otro de los asuntos que se plantean en los gobiernos del final de los tiempos es la dominación e influencia de las mujeres, las cuales gobernarán en forma directa sobre la gente, o bien tendrán a los gobernantes bajo su dominio. Este tema acarreará desagradables consecuencias. Expresó Hadrat ‘Alî (a.s.) a este respecto: “Llegará una época en que las personas corruptas y fornicadoras alcanzarán el desahogo y la prosperidad, los ignominiosos llegarán a tener jerarquía y posición, y las personas justas se debilitarán”… Se le preguntó: “¿Cuándo llegará esa época, oh Amîr Al-Mu’minîn?”. Dijo: “Cuando las mujeres ejerzan dominio sobre los asuntos de la gente, y las muchachas y los niños sean dispuestos en el poder”.[11]

D) El gobierno de los niños

Los gobernantes deben ser personas experimentadas y eficientes para que la gente viva con tranquilidad y sosiego. Si acaso, en su lugar, los niños y los faltos de percepción toman a su cargo la supervisión de los asuntos, habrá que refugiarse en Dios del mal de los disturbios que sobrevendrán.
Nos contentamos con mencionar dos narraciones al respecto:
Dijo el Noble Profeta (s.a.w.): “Refugiaos en Dios del principio del año setenta[12] y del gobierno de los niños”.[13]
Dijo Sa‘îd ibn Musaîiab: “Sobrevendrá una sedición y el comienzo de la misma será el juego de los niños”.[14]

E) Inestabilidad de los gobiernos

Solo un gobierno que posee estabilidad política es capaz de servir a la gente de su nación, puesto que si se encuentra en continuo estado de cambio, no podrá realizar grandes tareas en el país.
Al final de los tiempos los gobiernos serán inestables, e incluso a veces al comienzo del día un gobierno llegará al poder, pero al ocaso será derrocado. Dijo el Imam As-Sâdiq (a.s.) a este respecto: “¿Cómo seréis cuando quedéis sin un Imam guiador y sin conocimiento y sabiduría, y os desentendáis unos de otros, y (esto) sea en una época en que seréis diferenciados, purgados y (nuevamente) entremezclados? Cuando esto suceda, se entrecruzarán las espadas, y un gobierno llegará al poder al comienzo del día, y mediante la matanza, al final del día será destituido y derrocado”.[15]

F) Incapacidad de los poderes gobernantes para administrar los países

Antes de la Manifestación del Imam de la Época (a.ÿ.) los gobiernos opresores tenderán a debilitarse, lo cual preparará el terreno para la aceptación del gobierno mundial del Mahdî (a.ÿ.). Dijo el Imam As-Saÿÿâd (a.s.) respecto a la bendita aleya:
﴿ حَتَّى إِذَا رَأَوْا مَا يُوعَدُونَ فَسَيَعْلَمُونَ مَنْ أَضْعَفُ نَاصِراً وَأَقَلُّ عَدَداً ﴾
«Hasta que, cuando vean lo que se les había prometido, entonces sabrán quién tiene menos socorredores y es más escaso en número»:[16]
“Aquello que se les promete en esta aleya es a Hadrat Al-Qâ’im (a.ÿ.), sus compañeros y auxiliares. Cuando se levante el Imam de la Época (a.ÿ.) sus enemigos serán los que menos auxiliadores tendrán, y contarán con los menores recursos y equipamientos”.[17]


[1] Shûsh Dâniâl: ciudad situada en la intersección de las tierras bajas y las montañas de la región de Juzestân en el sudoeste del actual Irán, a unos 240 km al este del río Tigris, donde se encontraba la antigua ciudad de Susa (o Shushan). Allí se encuentra la tumba del profeta Daniel (a.s.), lugar de peregrinación de musulmanes y judíos iraníes [N. del T.].
[2] Escribí este libro con la colaboración de algunas personas virtuosas de la Hauzah (ámbito de escuelas religiosas) en cinco volúmenes, y Buniâd-e Ma‘âref-e Islâmî (Qom) lo imprimió en el año 1990. En un futuro cercano, si Dios lo permite, nos ocuparemos de su revisión.
[3] Ibn Abî Shaibah, Al-Musannaf, t. 15, p. 89; Kanz al-‘Ummâl, t. 14, p. 584.
[4] Kanz al-‘Ummâl, t. 14, p. 584; Ihqâq al-Haqq, t. 13, p. 317.
[5] Ash-Shaÿarî, Al-Amâlî, t. 2, p. 156. Ver: An-Nu‘mânî, Al-Gaibah, p. 253; At-Tûsî, Al-Gaibah, p. 274; I‘lâm al-Warâ’, p. 428; Mujtasar Basâ’ir ad-Daraÿât, p. 212; Izbât al-Hudât, t. 3, p. 540; Hiliah al-Abrâr, t. 3, p. 626; Bihâr al-Anwâr, t. 52, p. 23; Bashârah al-Islâm, p. 82; ‘Aqd ad-Durar, p. 64; Al-Qawl al-Mujtasar, p. 26; Al-Muttaqî Al-Hindî, Al-Burhân, p. 74; As-Safârînî, Lawâ’ih, t. 3, p. 8.
[6] Ibn Tâwûs, Al-Malâhim, p. 77.
[7] ‘Aqd ad-Durar, p. 333.
[8] Al-Hâkim, Al-Mustadrak, t. 4, p. 465; ‘Aqd ad-Durar, p. 43; Ihqâq al-Haqq, t. 19, p. 664.
[9] Al-Mu‘ÿam al-Kabîr, t. 22, p. 375; Al-Isti‘âb, t. 1, p. 221; Firdaus al-Ajbâr, t. 5, p. 456; Kashf al-Gummah, t. 3, p. 264; Izbât al-Hudât, t. 3, p. 596.
[10] Ash-Shaÿarî, Al-Amâlî, t. 2, p. 228.
[11] Al-Kâfî, t. 8, p. 69; Bihâr al-Anwâr, t. 52, p. 265.
[12] Quizás el propósito de “el principio del año setenta” sea el período que siguió a la muerte de Mû‘âwîiah ibn Abî Sufîân, puesto que éste murió a principios del año 70 H.L. Luego asumió Iazîd ibn Mû‘âwîiah; tras él Marwân ibn Al-Hakam por unos pocos meses, y luego cuatro de sus hijos [N. del T.].
[13] Ahmad, Al-Musnad, t. 2, p. 326.
[14] Ibn Tâwûs, Al-Malâhim, p. 60.
[15] Kamâl ad-Dîn, t. 2, p. 348.
[16] Sura Al-Yîn; 72: 24.
[17] Al-Kâfî, t. 1, p. 431; Nûr az-Zaqalain, t. 5, p. 441; Ihqâq al-Haqq, t. 13, p. 329; Ianâbî‘ al-Mawaddah, p. 429; Al-Mahaÿÿah, p. 132.

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