viernes, 1 de octubre de 2010

COMPORTAMIENTO DEL PROFETA (S.A.W.) CON LOS NIÑOS Y JÓVENES : El Amor





Autor : Muhammad ‘Alî Chenârânî 

Traducido del persa por : Sumeia Younes 




“Amad a los niños y sed cariñosos con ellos.”

- Del Noble Profeta del Islam (s.a.w.) -


El amor por los niños

         Así como el niño necesita de comida, agua y aire, también necesita de amor y caricias, puesto que el amor constituye su mejor alimento espiritual; es por ello que al niño le agrada besar, oler y abrazar, y lo disfruta.


            Por lo tanto, quien desde el comienzo de su infancia disfrutó de manera suficiente del amor y cariño de sus padres y se sació de la refrescante vertiente del amor, posee un espíritu feliz y una mente entusiasta.
            En las narraciones de los líderes de la religión se explicó y aconsejó de diferentes maneras con relación al cariño que se debe tener por el niño. Seguidamente mencionaremos algunas de ellas:
            En la Jutbah ash-Sha‘bânîiah, en tanto explicaba las responsabilidades de la gente, el Mensajero de Dios (s.a.w.) dijo: “Respetad a vuestros mayores y mostrad compasión y afecto a vuestros niños.”[1]
            Dijo en otro hadîz: “Quien no siente compasión ni amor por los niños musulmanes y no respeta a los mayores, no es de los nuestros.”[2]
         En otra narración dijo: “Amad a los niños y sed cariñosos con ellos.”[3]
         ‘Alî (a.s.) aconsejó lo siguiente en su lecho de muerte y antes de alcanzar el martirio: “En tu familia sé compasivo con los niños y respeta a los mayores.”[4]
En otra narración dijo lo siguiente a sus seguidores: “En su comportamiento el niño debe imitar a los mayores, y los mayores también, indefectiblemente deben ser cariñosos con los niños, no sea que se comporten como los infieles y opresores de la Época de la Ignorancia.”[5]
         Dijo el Imam As-Sâdiq (a.s.): “El hombre que ama mucho a su hijo se ve abarcado por la Misericordia y el Favor especial del Grandioso Dios.”[6]

El amor del Profeta (s.a.w.) por los niños

         Dijo ‘Alî (a.s.): “Yo era un pequeño niño y el Profeta (s.a.w.) me sentaba en su regazo y me abrazaba, pegándome a su pecho, y a veces me hacía dormir en su lecho, y por cariño, apoyaba su rostro sobre el mío, y yo podía percibir su exquisito perfume.”[7]
         Así es, el niño necesita de cariño; se le debe acariciar la cabeza y mirarlo con los ojos del amor, haciéndolo feliz a través de una cálida y amorosa mirada.[8]
            El Mensajero de Dios (s.a.w.) a tal punto era tierno con los niños, que se transmitió que en el evento de la llegada del Profeta (s.a.w.) a Tâ’if, los niños de Tâ’if le arrojaban piedras, pero el Mensajero de Dios (s.a.w.) no les impedía hacerlo, y era ‘Alî (a.s.) quien alejaba a los niños de él.[9]
            Cuando el Mensajero de Dios (s.a.w.) veía a los niños de los Ansâr, pasaba su mano sobre sus cabezas, los saludaba y rogaba por ellos.[10]
            Dijo Anas ibn Mâlik: “No vi a nadie más cariñoso con su familia que el Mensajero de Dios (s.a.w.).”[11]
            Él cada día a la mañana acariciaba la cabeza de sus hijos y nietos[12], y mostrar ternura, amor y afecto por los niños era una de las características del Mensajero de Dios (s.a.w.).
            Cierto día el Profeta (s.a.w.) junto a sus Compañeros caminaban por un camino donde había unos niños jugando. El Profeta (s.a.w.) se sentó junto a uno de ellos, besó su frente y fue cariñoso con él. Al preguntársele la razón por la que había actuado de esa manera, respondió: “Un día vi que este niño jugaba con mi hijo Al-Husein (a.s.) y levantaba la tierra bajo los pies de Al-Husein (a.s.) y la frotaba por su rostro. Por lo tanto, ya que él es de los amigos de Al-Husein, yo también lo quiero. Gabriel (a.s.) me ha informado que este niño será de los compañeros de Al-Husein (a.s.) en Karbalâ’.”[13]
         Dijo el Imam As-Sâdiq (a.s.): Mûsâ ibn ‘Imrân (Moisés) preguntó en sus letanías: “¡Dios mío! ¿Cuál es la mejor acción ante Ti?”. Se le reveló: “¡Amar a los niños es el mejor accionar ante Mí! puesto que el niño en su esencia es adorador de Dios y Me ama. Si un niño fallece, Yo, a través de Mi Misericordia, lo hago ingresar en Mi Paraíso.”[14]
         Pero no se debe exagerar en el amor que se siente por los niños, puesto que resultará perjudicial, y esa es la razón por la que en las narraciones islámicas se prohibió hacer eso.

El cariño del Mensajero de Dios (s.a.w.) por el Imam Al-Hasan (a.s.) y el Imam Al-Husein (a.s.)

         El Profeta (s.a.w.) sentía un gran afecto por sus hijos, el Imam Al-Hasan y el Imam Al-Husein -la paz de Al·lâh sea con ambos-. Esta realidad fue expresada en diversos testimonios históricos, y a continuación mencionaremos algunos ejemplos de ello:
            Se transmitió en los libros de Ahl as-Sunnah que ‘Abdul·lâh ibn ‘Umar dijo: Dijo el Mensajero de Dios (s.a.w.): “Al-Hasan (a.s.) y Al-Husein (a.s.) son mis flores de rico perfume en el mundo.”[15]
            Se transmitió de Anas ibn Mâlik que: Se le preguntó al Mensajero de Dios (s.a.w.): “¿A quién de tu familia quieres más?”. El Mensajero de Dios (s.a.w.) dijo: “Quiero a Al-Hasan y a Al-Husein más que a nadie.”[16]
         En otra narración dijo Sa‘îd ibn Râshid: El Imam Al-Hasan y el Imam Al-Husein -la paz de Al·lâh sea con ambos- corrieron hacia el Mensajero de Dios (s.a.w.), y él los abrazó y dijo: “Ellos son mis dos flores de rico perfume en el mundo.”[17]
         Dijo el Imam Al-Hasan (a.s.): Me dijo el Mensajero de Dios (a.s.): “¡Oh hijo mío! Ciertamente que tú eres parte de mis entrañas. ¡Dichoso de aquel que te quiera a ti y a tus hijos, y pobre de aquel que te matará!”.[18]
         Era tanto el amor que sentía el Mensajero de Dios (a.s.) por Al-Husein (a.s.) que no podía soportar escuchar su llanto.
            Iazîd ibn Abî Ziâd dijo: El Mensajero de Dios (s.a.w.) salió de la casa de ‘Â’ishah, y pasó por la casa de Fátima (a.s.). Escuchó el llanto de Al-Husein (a.s.) y le dijo a Fátima (a.s.): “¡¿Acaso no sabes que el llanto de Al-Husein me hace daño?!”.[19]

La súplica del Profeta (s.a.w.) por los niños

         Otro de los hábitos en el trato del Profeta (s.a.w.) para con los niños era suplicar por ellos cuando los musulmanes llevaban a sus hijos ante él y le requerían que lo hiciera.
            Ÿamrah bint ‘Abdul·lâh, transmitió que una niña dijo: “Mi padre me llevó ante el Mensajero de Dios (s.a.w.) y le pidió que suplicara por mí. El Profeta (s.a.w.) me sentó sobre su regazo, colocó su mano sobre mi cabeza y suplicó por mí.”[20]

Ser condescendiente con los niños

         Umm-ul Fadl, la esposa de ‘Abbâs ibn ‘Abdul Muttalib, que era la nodriza del Imam Al-Husein (a.s.), dijo: Cierto día el Mensajero de Dios (s.a.w.) tomó de mí a Al-Husein (a.s.) -que en ese momento era un lactante-, y lo abrazó. El niño mojó la ropa del Profeta (s.a.w.) y rápidamente tomé al niño de él (s.a.w.), por lo que comenzó a llorar. El Profeta (s.a.w.) me dijo: “¡Tranquila Umm-ul Fadl! El agua purificará mi ropa, pero, ¿qué podrá quitar la molestia y la irritación del corazón de mi hijo Al-Husein?”.[21]
         Se transmitió que cuando llevaban a algún niño ante el Mensajero de Dios (s.a.w.) para que suplicara por él o le diera un nombre, por respeto a sus parientes, el Profeta (s.a.w.) abrazaba al niño y lo ponía sobre su regazo. A veces sucedía que el niño orinaba en el regazo del Profeta (s.a.w.) y quienes estaban observando regañaban al niño y se mostraban severos con él para impedirle seguir orinando. Pero el Mensajero de Dios (s.a.w.) les prohibía hacer eso y decía: “No interrumpáis al niño cuando esté orinando con severidad y violencia”. De esa manera dejaba al niño que terminase de orinar tranquilamente.
            Cuando terminaba de suplicar y darle un nombre, los familiares del niño tomaban a éste con suma felicidad, y no se observaba la más mínima molestia e irritación en el Mensajero de Dios (s.a.w.) por la orina de los niños. Cuando los familiares del niño se retiraban, el Profeta (s.a.w.) lavaba su ropa.[22]

El Profeta (s.a.w.) hacía obsequios a los niños

         Uno de los hábitos del Mensajero de Dios (s.a.w.) en relación con los niños era hacerles regalos.
            Dijo ‘Â’ishah: “An-Naÿÿâshî, el rey de Abisinia, envió para el Mensajero de Dios (s.a.w.) un anillo de oro hecho en Abisinia. El Mensajero de Dios (s.a.w.) llamó a Amâmah, la hija de Abî Al-‘Âss (que era prohijada del Profeta), y le dijo: “¡Oh pequeña niña! Engalánate con este regalo.”[23]
         En otro hadîz dijo ‘Â’ishah: “Trajeron de regalo para el Mensajero de Dios (s.a.w.) un collar de oro. Todas las esposas del Mensajero de Dios (s.a.w.) se reunieron en un mismo lugar. Amâmah, la hija de Abî Al-‘Âss, que era una niña, jugaba en un rincón de la casa. El Mensajero de Dios (s.a.w.) mostró ese collar y preguntó: “¿Cómo lo veis?”. Todas lo miramos y dijimos: “Hasta ahora no vimos uno mejor y más hermoso que éste.”
            Dijo el Mensajero de Dios (s.a.w.): “¡Dádmelo a mí!”. Dijo ‘Â’ishah: “La tierra se oscureció para mí. Temí que lo pusiera en el cuello de otra, y las demás también pensaban como yo. Todas estábamos calladas, hasta que Amâmah fue hacia el Mensajero de Dios (s.a.w.) y él colocó el collar en su cuello. Luego se marchó.”[24]
            En algunas narraciones se transmitió que un beduino se presentó ante el Profeta (s.a.w.) y dijo: “¡Oh Mensajero de Dios! He atrapado un cervatillo que te lo obsequio a ti para que se lo des a tus hijos Al-Hasan y Al-Husein (a.s.)”. El Profeta (s.a.w.) aceptó el regalo y suplicó por el cazador. Luego dio aquel cervatillo al Imam Al-Hasan (a.s.)… El Imam Al-Hasan (a.s.) tomó el cervatillo y se dirigió hacia su madre Fátima (a.s.). Él estaba muy contento y jugaba con él.[25]

El comportamiento del Profeta (s.a.w.) con los niños de los mártires

            Bashîr, el hijo de ‘Aqrîiah ibn Ÿahnî, dijo: El día de la Batalla de Uhud le pregunté al Mensajero de Dios (s.a.w.): “¿Cómo fue martirizado mi padre?”. Él respondió: “Él fue martirizado por la causa de Dios. ¡Que el Favor y la Misericordia de Dios sean sobre él!”. Yo lloré. El Profeta (s.a.w.) me tomó, pasó su mano sobre mi cabeza, me hizo subir con él en su montura, y dijo: “¿Te agradaría que yo ocupe el lugar de tu padre?...”[26]
         En el mes de Ÿumâdâ al-Ûlâ del año 8 de la Hégira (o Emigración del Profeta (s.a.w.) a Medina), sucedió la Batalla de Mu’tah, en la cual fueron muertos tres Comandantes del ejército islámico, llamados Zaid ibn Hârizah, Ÿa‘far ibn Abî Tâlib, y ‘Abdul·lâh ibn Rawâhah. Este ejército regresó a Medina.[27] Mientras entonaban himnos, el Mensajero de Dios (s.a.w.) y los musulmanes fueron a su encuentro. El Profeta (s.a.w.) también estaba montado en su cabalgadura, y decía: “¡Tomad a los niños, montadlos sobre cabalgaduras y dadme a mí al hijo de Ÿa‘far!”. Trajeron a ‘Abdul·lâh, el hijo de Ÿa‘far ibn Abî Tâlib; el Profeta (s.a.w.) lo cogió y lo sentó delante suyo, sobre su cabalgadura.[28]
         Escribió Ibn Hishâm: “Asmâ’, la hija de ‘Umais, que era la esposa de Ÿa‘far Ibn Abî Tâlib, dijo: “El día en que Ÿa‘far fue martirizado en la Batalla de Mu’tah, el Profeta vino a nuestra casa. Yo acababa de terminar con el trabajo de la casa y el lavado e higiene de los niños. Me dijo: “¡Tráeme a los hijos de Ÿa‘far!”. Yo los traje ante él, y él abrazó a los niños y comenzó a acariciarlos, en tanto corrían lágrimas de sus ojos.
            Yo le pregunté: “¡Oh Mensajero de Dios! ¡Que mis padres sean sacrificados por ti! ¿Por qué lloras? ¿Acaso recibiste noticias de Ÿa‘far y sus compañeros?”. Dijo: “Sí. Ellos fueron martirizados hoy…”.[29]
         Así es, los hijos de los demás tampoco estaban privados de esta educación agradable y fraterna del Mensajero de Dios (s.a.w.). Se transmitió que: El Mensajero de Dios (s.a.w.) abrazaba a algunos niños, montaba a otros sobre sus hombros y decía a sus Compañeros: “Alzad a los niños; hacedlos sentar sobre vuestros hombros”), y los niños se deleitaban con esta escena, y no cabían en sí mismos por tanta felicidad, y jamás olvidaron estos dulces recuerdos. Cuán a menudo, pasado cierto período de tiempo, se reunían y se relataban lo sucedido entre sí, y con orgullo y alardeando uno decía: “¡El Profeta (s.a.w.) me alzó a mí y a ti te hizo montar sobre su espalda!”. Otro decía: “¡El Profeta les ordenaba a sus Compañeros que te hicieran sentar sobre su espalda!”.[30]

El comportamiento del Profeta (s.a.w.) con sus propios niños durante la oración

         Dijo Shadad ibn Hâd: En una de las dos oraciones del Dzuhr (mediodía) o del ‘Asr (tarde), el Mensajero de Dios (s.a.w.) estaba junto a uno de sus dos hijos, Al-Hasan o Al-Husein (a.s.). Él se puso de pie delante de las filas y colocó al niño a su derecha. Luego hizo la prosternación y la prolongó en demasía.
            El narrador dice de boca de su padre: “Entre toda la gente, yo levanté mi cabeza de la prosternación y vi que el Mensajero de Dios (s.a.w.) estaba prosternado y aquel niño se había montado sobre la espalda del Profeta (s.a.w.), y nuevamente volví a prosternarme. Cuando la oración concluyó, la gente preguntó: “¡Oh Mensajero de Dios (s.a.w.)! En la oración que hoy realizaste hiciste una larga prosternación, cosa que no hacías en el resto de las oraciones. ¿Acaso recibiste alguna orden al respecto? ¿O descendió una revelación para ti?”. Dijo: “¡Nada de eso!, sino que mi hijo se subió sobre mi espalda y no quise molestarlo, para que hiciese lo que quisiese”.[31]
            En otro hadîz, se transmitió de Abû Bakr que: Vi que cuando el Mensajero de Dios (s.a.w.) realizaba la oración, Al-Hasan y Al-Husein (a.s.) saltaban sobre la espalda del Profeta (s.a.w.). El Mensajero de Dios (s.a.w.) sujetaba a ambos con su mano para poder erguirse de manera que cuando su espalda se enderezase ellos pudieran fácilmente pararse sobre el suelo; y cuando su oración finalizaba, colocaba a ambos sobre su regazo, pasaba sus manos sobre sus cabezas, y decía: “Estos dos hijos míos son mis dos flores de rico perfume del mundo”.
            Y en otro hadîz dijo: “El hijo es una flor de rico perfume, y mi flor de rico perfume son Al-Hasan y Al-Husein (a.s.)”.[32]
         En una narración se transmitió lo siguiente: Cierto día el Profeta (s.a.w.) realizaba la oración en un lugar, junto a un grupo de musulmanes, y cuando él se prosternaba, Al-Husein (a.s.), que era un pequeño niño, se montaba sobre la espalda del Mensajero de Dios (s.a.w.), movía sus pies y decía: “¡Arre! ¡Arre!”.
            Cuando el Profeta (s.a.w.) quería levantar su cabeza de la prosternación, lo cogía y lo ponía al lado suyo sobre el suelo. Esto se repitió hasta el final de la oración.
            Una persona de entre los judíos observó esto, y tras la oración le dijo al Mensajero de Dios (s.a.w.): “¡Te comportas con tus niños de una manera en la que nosotros nunca lo hacemos!”.
            El Mensajero de Dios (s.a.w.) dijo: “Si vosotros hubieseis tenido fe en Dios y en su Enviado, habríais sido cariñosos con vuestros niños.” El amor y cariño que el Profeta (s.a.w.) sentía por los niños afectó profundamente al hombre judío, al punto que aceptó el Islam.[33]
            A la vista del Profeta (s.a.w.), los niños de los demás también eran objeto de respeto, y él ponía completa atención a sus sentimientos y emociones.




[1] ‘Uiûn Ajbâr Ar-Ridâ, t. 1, p. 295; Bihâr al-Anwâr, t. 96, p. 356; Wasâ’il ash-Shî‘ah, t. 5, p. 126.
[2] Maÿmû‘ei-e Varâm, t. 1, p. 34; Al-Mahaÿÿat al-Baidâ’, t. 3, p. 365.
[3] Wasâ’il ash-Shî‘ah, t. 5, p. 126; Man lâ Iahduruh al-Faqîh, t. 3, p. 311; Furû‘ al-Kâfî, t. 6, p. 49; Bihâr al-Anwâr, t. 104; p. 93.
[4] Bihâr al-Anwâr, t. 42, p. 203; Al-Amâlî, del Sheij Al-Mufîd, p. 129.
[5] Nahÿ al-Balâgah, ordenación de Feiz, p. 531.
[6] Makârim al-Ajlâq, de At-Tabarsî, p. 115.
[7] Nahÿ al-Balâgah, ordenación de Mul·lâ Fathul·lâh, p. 531.
[8] Mustadrak al-Wasâ’il, t. 2, p. 626; Makârim al-Ajlâq, p. 113.
[9] Bihâr al-Anwâr, t. 20, pp. 52 y 67; Tafsîr Qommî, t. 1, p. 115.
[10] Sharaf an-Nabîi, Jargûshî, t. 1, p. 115.
[11] Sîre-ie Dahlân dar Hâshîe-ie Sîre-ie Halabîieh, t. 3, p. 252; As-Sîrah an-Nabawîiah, de Ibn Kazîr, t. 4, p. 612.
[12] Bihâr al-Anwâr, t. 104, p. 99; ‘Uddat ad-Dâ‘î, p. 61.
[13] Bihâr al-Anwâr, t. 44, p. 242, hadîz nº 36.
[14] Bihâr al-Anwâr, t. 1044, pp. 97 y 105.
[15] Ihqâq al-Haqq, t. 10, p. 595, transmitiendo de las fuentes de Ahl as-Sunnah.
[16] Ibíd., p. 655, transmitiendo de diferentes fuentes.
[17] Ibíd., pp. 609, 619, 621 y 623, transmitiendo de innumerables fuentes.
[18] Mulhaqât Ihqâq al-Haqq, t. 11, p. 316.
[19] Mulhaqât Ihqâq al-Haqq, t. 11, pp. 311 a 314.
[20] Maÿma‘ az-Zawâ’id, t. 9, p. 266.
[21] Bihâr al-Anwâr, t. 80, p. 104; Al-Luhûf, de Ibn Tâwûs, p. 12; Hadîiah al-Ahbâb  p. 176.
[22] Ma‘ânî al-Ajbâr, p. 211; Makârim al-Ajlâq, p. 115; Bihâr al-Anwâr, t. 16, p. 240.
[23] Sunan ibn Mâÿah, t. 2, p. 1303.
[24] Maÿma‘ az-Zawâ’id, t. 9, p. 254.
[25] Bihâr al-Anwâr, t. 43, p. 312.
[26] Maÿma‘ az-Zawâ’id, t. 8, p. 161.
[27] Sîrah ibn Hishâm, t. 2, p. 381.
[28] Musnad Ahmad ibn Hanbal, t. 1, p. 334; Sahîh Muslim, t. 15, p. 196; As-Sîrah al-Halabîiah, t. 3, p. 69.
[29] Sîrah ibn Hishâm, t. 2, p. 252 (Traducción al persa).
[30] Al-Mahaÿÿat al-Baidâ’, t. 3, p. 366.
[31] Mustadrak al-Hâkim, t. 3, p. 165; Musnad Ahmad ibn Hanbal, t. 3, p. 693.
[32] Maqtal Al-Husein, de Al-Juwârizmî, p. 130; Al-Irshâd, de Al-Mufîd, t. 2, p. 25; Mulhaqât Ihqâq al-Haqq, t. 10, p. 615 y t. 11, p. 50.
[33] Bihâr al-Anwâr, t. 43, pp. 294 a 296.





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